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El pasado 10 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que iba a apostar por la generación en energías alternativas. “Vamos a seguir extrayendo petróleo y buscando también la generación de opciones con energías alternativas, no apostar todo al petróleo, que es un producto no renovable y que tenemos que heredar a las nuevas generaciones”.
El problema es que en la práctica la Secretaría de la Energía (Sener), la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y demás órganos dependientes conducen en sentido contrario. El acuerdo de la Sener que limita las nuevas centrales renovables, la emisión de nuevos permisos y la construcción de este tipo de proyectos parece un paso más en una estrategia que lleva vigente desde el inicio del mandato presidencial.
La Dirección General de Energías Limpias lleva vacante desde diciembre de 2018 y la Dirección de Energías Renovables fue desaparecida en octubre de 2019. Gabriela Tapia Padilla, directora adjunta de Energías Renovables, comanda un equipo de cinco personas y no tiene perfil político.
Además, Alberto Montoya, subsecretario de Planeación y Transición Energética, ha defendido las nuevas refinerías y el uso del carbón, y fue perfilado primero como subsecretario de Hidrocarburos. Los trabajadores de estos departamentos han disminuido 20%, según información facilitada vía transparencia.
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Al respecto, desde la Sener contestaron que como dependencia federal “se encuentra siguiendo las directrices de la austeridad republicana, por lo que hemos tenido ajustes en el interior, no sólo de dicha dirección general; sin embargo, todas las funciones sustantivas se siguen llevando a cabo”.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación 2020 se observó que los recursos para gas y petróleo son 95.7%, de los 48 mil 500 millones de pesos totales que recibe la Sener, mientras sus direcciones dedicadas a energías limpias y renovables reciben 2.2%. En 2019 esta proporción fue de 4%.
También Víctor Toledo reconoció esta situación en una ponencia en octubre, recién nombrado titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). “Si el tema del agua es una tragedia, el tema de la energía va más allá de eso. Estamos en un gobierno que sigue siendo adicto al petróleo”, comentó en la presentación del libro Crisis ambiental en México. Ruta para el cambio, en la librería Rosario Castellanos. “El pequeño grupo que existía en la Sener para estudiar las energías alternativas fue eliminado hace dos meses por razones inexplicables”. El público aplaudió con fuerza.
En la plataforma electoral del Presidente se dedican cinco páginas al apartado Transición energética a energías renovables. Se habla de “una transición ordenada, pero acelerada hacia las renovables, [ya que] México ha suscrito el Acuerdo de París de 2015 [y] la dependencia de insumos energéticos del extranjero puede detonar un grave problema de seguridad nacional”.
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“El plan de López Obrador en campaña planteaba un apoyo a las energías renovables, pero en la Sener hay un freno, ya que ha disminuido el personal de esas áreas y los puestos de dirección general han sido suprimidos”, explicó Jesús Antonio del Río, director del Instituto de Energías Renovables de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Ahora el fomento está en el gas natural, que se compra en el extranjero, emite gases de efecto invernadero y es un combustible fósil”.
Tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, México implementó una nueva política, la Ley de Transición Energética, en la que se establecía una serie de metas para la materia limpia, con 25% para 2018; 30% para 2021, y 35% para 2024.
Según el documento de la secretaría Reporte de avances de energías limpias en la matriz energética, para noviembre de 2018 la capacidad instalada, ya en junio de ese año, era de 27% en energías renovables, más 4% de otras limpias, que incluyen la nuclear, cogeneración eficiente, frenos regenerativos y licor negro, pero generaron 24% de la energía, con 17% de renovables y 7% de otras limpias.
Fuentes que estuvieron en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales durante su primer año aseveraron que su obsesión petrolera le hace ver el cambio climático como algo ajeno y que la única política ambiental que admite es el cuestionado programa social Sembrando Vida.
Organizaciones internacionales pusieron un tache a México en la política energética y dudan que vaya a lograr la meta de que la temperatura global suba menos de 1.5 grados centígrados. Climate Transparency reprochó la construcción de la Refinería de Dos Bocas, la inversión en las seis viejas refinerías y la extracción de fuentes no convencionales de hidrocarburos a través del fracking, además de señalar que “el gobierno canceló la cuarta ronda de subastas eléctricas, el gran instrumento político para promover en México las energías renovables.
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“Acabar con las subastas es un gran freno a las renovables y, además, la población se pierde la oportunidad de tener energía más barata, ya que la solar y la eólica estaban presentando precios más bajos que las plantas de ciclo combinado”, dijo el experto Del Río.
En el contexto de la pandemia por Covid-19 llegó un nuevo golpe a las renovables al suspender las nuevas centrales renovables. Un comunicado de las asociaciones de empresas de renovables Asolmex y Asociación Mexicana de Energía Eólica, cifró su impacto en 44 proyectos, con 6 mil 400 dólares de inversión directa, y un potencial de empleo de casi 30 mil personas.
Gas natural en BCS
El último ejemplo práctico de que el plan energético de López Obrador relega a las renovables se vio el pasado febrero. Se anunció una inversión de 6 mil millones de pesos en Baja California Sur, estado caracterizado por su desconexión a la red eléctrica nacional, altos niveles de contaminación y apagones estacionales en verano.
La inversión sería para reconvertir una planta de generación de energía eléctrica e iniciar la construcción de otra planta de ciclo combinado, utilizando gas natural.
“Hago el compromiso que para el 2023 ya no se va a utilizar combustóleo [un subproducto del proceso de refinación de petróleo con altos niveles de contaminación]”, refirió entonces. Es decir, sólo gas natural, el combustible fósil que, según las propias palabras del Jefe de Estado, es la alternativa para cuidar el medio ambiente.
“Creemos que es una buena decisión invertir 6 mil millones de pesos en nuestro estado, eso lo celebramos, pero no estamoss de acuerdo en que se siga apostando por la misma forma de generación”, argumentó Jacqueline Valenzuela, directora de la organización ambientalista local Centro de Energía Renovable y Calidad Ambiental, en la que llevan seis años analizando los problemas del sistema eléctrico de su estado. “Se cambia el combustóleo por gas natural, pero sigue siendo un combustible fósil y dependeremos de que nos llegue. Nosotros lo que pedimos es que entren más renovables”, subrayó.
De acuerdo con su información, para evitar los apagones por la demanda estacional van a traer en el corto plazo cuatro plantas portátiles que hay en el Estado de México que usan diesel.
Para la organización Climate Action Tracker, “la decisión de favorecer la generación con combustibles fósiles, por encima de las renovables, pone a México en un camino que es incluso más inconsistente con los pasos necesarios para lograr la meta de 1.5 grados centígrados pactado en el Acuerdo de París (...) Sus decisiones recientes ponen en cuestión si lograrán sus metas en energías limpias”.
Si se requiere de un último ejemplo de este camino, basta recordar quién es el presidente de la Comisión de Energía del Senado: Santana Armando Guadiana, representante de Morena, antes vinculado con el PRI, conocido como empresario minero con negocios principalmente en el campo del carbón.