Señor Director:
Me dirijo a Ud. Atentamente con la finalidad de solicitar su atención sobre una nota publicada el viernes 14 de febrero en El Universal, redactada por la periodista Peniley Ramírez, cuyo título es: “ Las historias de horror de Rosaura y Berenice”.
El jueves 13 a las 18:11 hrs. recibí un mensaje de Peniley Ramírez a mi teléfono celular, a través de Whatsapp, en el que solicitaba hablar conmigo PARA TRATAR EL TEMA DE JUICIO DE PATRIA POTESTAD DE MIS HIJOS Alonso y Darío Córdova que actualmente está en curso el juzgado 4° de lo Oral en el TSJDF.
Mi primera pregunta fue como cómo obtuvo mis datos personales, incluido el número de mi teléfono celular. Ella me respondió que no podía revelar sus fuentes. De cualquier forma accedí a platicar con ella (anexo foto de la pantalla de dicha conversación como prueba).
Al establecer comunicación por alrededor de 31 minutos, (supongo que ella cuenta con grabación de lo conversado) pese a que ella intentó interrumpirme en repetidas ocasiones, aduciendo que necesitaba hablar con otra persona y que requería conocer mi punto de vista, en virtud de que el 14 de febrero publicaría una columna sobre este tema sensible e importante.
En mi alocución, le precisé entre otras cosas que la Sra. Berenice Duarte, mi ex esposa de la cual me encuentro legalmente separado desde hace casi 5 años, ha emprendido una serie de acciones, siendo más preciso una campaña de difamación en mi contra, para afectar mi dignidad y honra personales, ya que en diversas acciones en juzgados no han fructificado sus denuncias falsas, sus intentos por comprar y torcer la ley que han sido innumerables y de las cuales puedo dar cuenta puntual de todas y cada una de ellas y que obran en expedientes.
Por cierto, aquí se violentó un principio legal de no abordar temas públicamente que se encuentran en litigio y que no han sido juzgados y sean firmes.
Le señalé que sabía de dónde venía este asunto y que no tenía inconveniente en tratar un tema del que yo no tengo nada que esconder y que por el contrario me interesaba dejar en claro que mis hijos Alonso y Darío y el suscrito hemos sido víctimas por partida doble, por parte de la Sra. Berenice y de un sistema de justicia, obsoleto, caduco, incompetente y corrupto del TSJDF (de esto tengo pruebas y las he presentado formalmente en todos los casos abiertos en diversos juzgados). Ahora con la nota de Peniley R., agregaría, que somos víctimas por partida triple.
Le insistí reiteradamente que era muy importante que se cumpliera a cabalidad el derecho de réplica y que la llamada no fuera sólo un ardid para justificar que se me concedió dicho derecho y lavarse las manos.
Más allá de eso, le solicité que pensara bien en el daño que le podría ocasionar a mis dos pequeños, una nota que no fuera objetiva e imparcial y sobre todo precipitada, por las urgencias de la redacción. Le comenté que aunque no soy periodista, sería mejor tener una entrevista profunda y detallada antes de publicar una nota que al menos para mis hijos y para mi es de alta sensibilidad humana y personal.
Desde mi particular punto de vista, creo también que los lectores de El Universal y la ciudadanía merecían una nota bien trabajada, objetiva, detallada, profunda y equilibrada para abordar el tema de la patria potestad y la pesadilla por la que pasamos menores y padres y madres integrales y responsables en este tipo de casos. En cambio tuvimos una nota atropellada, sesgada, sensacionalista y oportunista, que en ningún momento toca el tema de la patria potestad.
A través de Whatsapp, le envíe el soporte y pruebas de los intentos fracasados por difamarme que ella ha emprendido en mi contra, en la escuela de mis hijos The Edron Academy e incluso, en el Canal 22 (anexo pruebas que le remití el jueves por la noche), así como de diversos mensajes ofensivos y grotescos que la Sra. Berenice me ha enviado a teléfonos y correos a lo largo de estos 5 años, así como a mi actual pareja y que desde mi punto de vista demuestran que mi pareja y yo somos sujetos de diversos actos violentos y de acoso por parte de la madre de mis hijos.
Es decir, que más allá del evento de junio de 2015 que ella planeó e ideó dolosamente y provocó para justificar nuestro divorcio, a lo largo de estos años ella ha ejercido violencia permanente y consuetudinariamente contra mi persona, mi actual pareja y agregaría contra mi familia.
Aquí me pregunto lo siguiente ¿Es posible que una mujer verdaderamente violentada, esté constantemente provocando, insultando y violentando a su expareja? Si la violencia fuera real y no una denuncia falsa, basada en múltiples mentiras, como es el caso, estoy seguro que esa mujer afectada lo que más desearía es estar alejada a cientos de kilómetros y tener nulo contacto con esa persona. Sin embargo, ella ha abusado de mi nobleza y paciencia y de un sistema de justicia putrefacto, de una magistrada, juezas y jueces incompetentes, que pese a tener conocimiento de todo ello en ningún momento la han frenado.
Mientras exista impunidad, Ud. lo sabe mejor que yo, existirá todo el incentivo para seguir torciendo la verdad e intentar difamarme, como ocurrió con la nota de Peniley, que desde su título es sensacionalista, subjetiva, parcial y mal intencionada, para buscar afectarme directamente.
¿No cree que mis hijos con Síndrome de Alienación Parental (SAP) y manipulados profundamente, en los que ella ha sembrado odio contra mí, que ha impedido cualquier comunicación con mis hijos, incluso por medios electrónicos y redes sociales, rompiendo cruel e inhumanamente el vínculo paterno-filial, crucial para el sano desarrollo psicoemocional de ellos, son los verdaderamente violentados? En algunos países más avanzados que México, el SAP es considerado un delito, aquí no.
De todo ello, como podrá fácilmente apreciar con las pruebas que le allego, hizo caso omiso la periodista, en un intento por difamarme y afectar mi imagen personal, además de que al publicar mi nombre e instituciones en las que he colaborado (que en este caso, nada tienen que ver con el tema de la nota), violan flagrantemente la protección de mi identidad y mis datos personales.
Le ofrezco una disculpa por hacer un intento por resumir diversos asuntos que están en el fondo y corazón de este problema real de las denuncias falsas, de los hoyos negros que son los juicios de régimen de custodia y visitas, patria potestad y derivados. Pero es necesario tener un contexto, aspecto que Peniley por cierto no quiso tomar en cuenta aunque contó con la información necesaria.
Puntualizo mis desacuerdos con la nota Peniley Ramírez. Mi interés no es darle más notoriedad a una nota, escasamente seria, objetiva y profesional, pero sí me importa defender mi honra y nombre y sobre todo, que estos intentos por difamarme no afecten a mis hijos menores de edad. Asimismo, evitar que estas prácticas desleales y escasamente profesionales de periodismo se repitan. Desde luego, creo en la libertad de expresión y la defendería a toda costa y no es mi intención coartar ningún derecho ni libertades, pero no a cambio de dañar a menores y derechos humanos de terceros, como los míos.
En primer lugar la citada periodista, me solicitó hablar de Patria Potestad y no de violencia de género. En ningún momento mencionó este tema. ¿Por qué razón? Aún no me lo explico. La palabra, desde mi punto de vista, y aún más la escrita, vale y debe honrarse siempre aún en estos tiempos, cosa que como verá no respetó. ¿Técnica periodística o engaño? Usted juzgue.
El título es notablemente sensacionalista y parcial. El horror también lo sufrimos y lo padecemos mis hijos, mi familia y yo. Entiendo que los encabezados buscan notoriedad, pero no debe ser a costa de difamar y afectar a mis hijos. Esta nota compartida a mis pequeños, por compañeros de escuela, maestros o cualquier persona, les afectará irremediablemente, al mostrar a su padre como algo que no soy. Se lo advertí encarecidamente a Peniley y simplemente fue insensible y desprolija al respecto.
Es dolosa contra mi persona, porque sutil y perversamente me equipara, con la otra persona (que no dio la cara) que según Peniley, le disparó en repetidas ocasiones con un arma de fuego a Rosaura y a quien vincula con Javier Duarte. Mi caso y mi vida no tienen ninguna convergencia, paralelismo o similitud alguna, con esa “persona” que la retrata como potencial homicida de Rosaura, en un contexto de la muerte de Ingrid Escamilla y las protestas feministas de hoy en Palacio Nacional. ¿Por qué hacerme ver como un potencial homicida? ¿Qué interés tiene ella en hacerlo parecer así? Desconozco sus motivos, pero no son honestos y si muy del estilo sensacionalista y amarillista, como por ejemplo, algunos medios hispanos de televisión de EUA, que Ud. conoce, mejor que yo.
Esto es totalmente injusto, malintencionado y doloso y no se trata de periodismo serio y profesional como ya mencioné. Yo di y daré la cara siempre. No tengo de que esconderme y pensé que su entrevista era bien intencionada y honesta, pero como podrá ver resultó mañosa y contrapudecente. No soy cándido pero bueno esperaba algo de la calidad de El Universal.
La nota es visiblemente desbalanceada para perjudicarme en cuanto a extensión y contenido sesgado y tijereteado. Mis palabras fueron sacadas de contexto de manera dolosa, como por ejemplo, en el cierre de la misma. Yo nunca “levantaré” a mis hijos, ni a nadie, bajo ninguna circunstancia. Soy una persona decente y honesta y nunca les haría tal daño a mis hijos a ella o a cualquier otra persona. Tengo 56 años, de vida honesta y alejada de problemas de esta naturaleza (más de 25 años como servidor público orgulloso), hasta que entré al hoyo negro de las denuncias falsas y el sistema de justicia de la CDMX. Por eso llevo 5 años luchando en juzgados, por la vía institucional, que son un verdadero infierno, como Ud. sabe. Aunque no creo en su justicia, sé que algún día veré a mis pequeños por destino, providencia o por Dios.
Asimismo, las pruebas que aporté a Peniley Ramírez, sobre todo de la violencia permanente y constante que ejerce en nuestra contra la Sra. Berenice, simplemente, no fueron tomadas en cuenta por la periodista. Si el tema fue cambiado de patria potestad por el de la violencia, sin mi consentimiento, no entiendo por qué excluyó toda la información sobre la violencia que ella genera permanentemente y de la cual aporte diversas pruebas. ¿Se trataba de señalar la supuesta violencia mía contra Berenice y no de presentar la violencia reiterada que ella ha ejercido contra mí y mi círculo familiar cercano? Es claro que así fue y eso no está apegado a verdad.
Es una nota que intenta y lo hace mal por cierto, aprovechar una coyuntura (oportunismo frívolo) de crisis nacional por la violencia contra las mujeres, los feminicidios y yo diría por la cada vez más elevada tasa de homicidios en el país. Veladamente, pero con notoria mala intención y claridad publica los casos de Rosaura y el de Berenice, para dejar sembrada una hipótesis perversa de que las próximas Ingrid Escamilla, podrían ser Rosaura y Berenice, como algunas reacciones en redes sociales apuntan. Nada más alejado de la realidad y de la verdad.
No se puede bajo ningún supuesto, plantear esta hipótesis construida con silogismos falsos y sobre todo con dolo como he reiterado. Insisto, yo no soy periodista y no pretendo dar lecciones sobre ello, pero sí distingo perfectamente cuando existe un trabajo objetivo, imparcial, serio y profesional. Por cierto, leo a varios de sus columnistas diariamente y me parecen de lo mejor que existen en México. Este no es el caso.
Como ya señalé y le expresé a Peniley verbal y por escrito, mi sincera y creo pertinente preocupación, de que era muy precitado y atropellado publicar una nota al cuarto para las 12, sin la suficiente información y soporte de un tema tan delicado como el que nos ocupa. Ella insistió, con notable apresuramiento y precipitación que quería conocer mis puntos de vista, porque estaba preparando una nota para al día siguiente. Otra vez, yo no soy periodista y desconozco como preparan sus notas y columnas, pero es claro que su escrito fue inmaduro, irresponsable y notoriamente falto de profesionalismo periodístico. Eso es lo de menos para mí, pero su falta de apego a la verdad y la afectación a mi persona y mis hijos, sí me importan.
Entiendo que lo que le movía era publicar una nota sensacionalista en una coyuntura particularmente sensible y ganar notoriedad a toda costa (Ingrid Escamilla y la efervescencia por los feminicidios y las protesta feministas que llegaron a la “mañanera” de Palacio nacional) y dejar asentado que existen otras potenciales víctimas de violencia extrema y letal, entre ellas mi ex esposa, dejando el precedente del victimario con nombre y apellido, en este caso el suscrito, con todas sus letras.
Esto es inadmisible desde cualquier punto de vista y reitero esto no es periodismo, y tiene que ver más con inflamar a la sociedad en un contexto sumamente delicado. Esto no se vale bajo ninguna circunstancia y daña a mi persona, mis hijos, mi familia y amigos, al tiempo de colocarme en una situación de riesgo, que ella por su puesto no alcanza a ver y entender o simplemente no le importa con tal de vender su columna, el 14 de febrero (más oportunismo frívolo, no puede existir).
En fin, ya me extendí demasiado y he abusado de su valioso tiempo y atención, pero mi honra, mi nombre y mi seguridad y la de mis hijos Alonso y Darío van de por medio y en ello no puedo escatimar esfuerzo alguno.
Sé que para algunos mi postura podría sonar exagerada, pero de verdad necesitamos cambios profundos radicales, en todos los frentes, en la relación hombre-mujer, en lograr una igualdad de género sustantiva, en erradicar la violencia en todas sus facetas, en la lucha para que no exista impunidad alguna, que es el principal incentivo de los criminales. Pero, también necesitamos que la libertad de expresión y el periodismo se ejerzan con responsabilidad y profesionalismo. La libertad de expresión no está peleada ni contrapuesta con la verdad que debe honrar siempre un periodista y creo que toda persona. Sé que esa es la línea editorial de su prestigiado diario, y por ello soy un asiduo lector, pero este tipo de notas solo desvirtúan ese empeño y sobre todo dañan a personas como mis hijos y como yo.
Por todo ello, me permito solicitarle atentamente dos cosas:
1.) Una disculpa pública por los agravios y difamación en mi contra en los términos que Ud. mejor considere y
2.) Me reitero a su disposición para abordar con el/la periodista quien Ud. designe con la debida seriedad, amplitud y profundidad, cualquier tema relacionado con el asunto de mis hijos y el mío, incluido el tema de violencia de género, el sistema de justicia familiar en la CDMX y en el país, la perdida de patria potestad, la difamación, el Síndrome de Alienación Parental, etc.
Sobre este punto estoy dispuesto y con toda la apertura y desde un punto de vista constructivo, para hacer visible el tema de las denuncias falsas contra hombres, corrupción en juzgados, arcaísmo legal, corrupción, reparación del daño, abogados sin escrúpulos, etc.
Mi lucha seguirá firme y permanente, para poder ver y convivir con mis hijos, quienes han sido secuestrados por 5 años por la Sra. Berenice y los jueces del TSJDF, así como contra cualquier campaña de difamación en mi contra y de la cual, la nota de Peniley Ramírez forma parte.
Es una causa de vida y nunca renunciaré a ella. Luchare con toda mi fuerza y ánimo, por ejercer mi paternidad, no sólo económica, sino integral y responsable.
Muchas gracias por su tiempo y atención y quedo a sus órdenes y pendiente de su atenta respuesta.
David Córdova Tello
Respuesta de la columnista
Señor director:
He leído con cuidado la carta del señor David Córdova, en la cual incluye los nombres de sus hijos menores de edad, que a propósito yo no incluí en mi texto. Mis comentarios son los siguientes:
1. No advierto en su carta que él niegue que haya ocurrido alguno de los hechos relatados en la columna, así como alguna de las citas suyas que incluí en mi texto.
2. En efecto, no incluí las capturas de pantalla de números anónimos que me envió, porque no hay ninguna prueba de que hayan sido enviados por su exesposa en lo que él me hizo llegar, así como tampoco incluí algunos documentos que ella me mandó como parte de mi investigación para la columna, por los mismos motivos.
3. El punto de conexión de los casos de Berenice y Rosaura expresado en la columna no son sus alegatos acerca de sus exparejas, sino sus quejas sobre el sistema judicial, en lo cual también coincide el señor Córdova, como lo refleja el texto.
Peniley Ramírez