Las conferencias mañaneras y las agresiones del Presidente tensan al Senado y en esas condiciones, cuando hay necesidad de acuerdos para sacar reformas, la fórmula a veces es operar bajo el viejo principio de compra y coacción, afirma el senador sin bancada Emilio Álvarez Icaza.
“Los elementos de articulación y negociación de quien hoy está en el poder son muchos, incluido el músculo del gobierno: Santiago Nieto [titular de la Unidad de Inteligencia Financiera], Hacienda y la Cámara Baja”, asegura.
Con todo, agrega, no tuvieron los votos necesarios en el tema de la Guardia Nacional, cuando, dice, ocurrió un quiebre, pues se descubrió un Senado con capacidad para detener, repensar y reconfigurar las propuestas del Presidente.
Álvarez Icaza es el único senador sin bancada en la 64 Legislatura. Su voto, sin embargo, ha sido relevante en votaciones en las que gana o pierde la mayoría.
En tribuna ha forjado un perfil que, comenta, “defiende avances en libertades y derechos”.
Su escaño, el 125 en la séptima fila del pleno, es como un palco de espectador de la puesta en escena de la fuerza gobernante.
Como senador sin grupo, ¿está en el mejor de los mundos?
—Mi primera batalla fue por hablar. Me gusta la discusión por argumento y eso me fue abriendo espacio. Tengo mucha libertad para hablar.
El 70% de mis votaciones han sido para acompañar a las iniciativas de la mayoría. No tendré problema en ir con aquellas que representen avances en libertades y derechos.
¿Su voto ha sido definitorio?
—En diversos temas. La primera vez que se detuvo la reforma educativa fue por un voto. Yo voté en contra. Ese día recibí llamadas para preguntarme si no cambiaría el sentido de mi voto y dije: “¿Pues qué no oíste mi intervención?”. Insistieron, [me comentaban]: “¿Y si te lo pide un amigo?”, y yo respondía: “A mi amigo le puedo decir: ‘No me estés chingando. Eres mi amigo, ¿no?’”.
¿Han sido tiempos difíciles?
—Morena tuvo que aprender a ser mayoría y el PRI, oposición. El mundo al revés.
¿La Guardia Nacional fue una discusión única?
—Fue el quiebre. En ese momento se descubre a un Senado con capacidad para detener, responder, reconfigurar las propuestas del Presidente. Así de fácil, así de difícil.
En la Cámara de Diputados planchan, acá no.
Si usted agarra el bat y le pega a la oposición y sale al final de su primer año y le dice que están moralmente derrotados, pues olvídese de reformas, ¿no? A veces el Presidente no cae en cuenta de eso porque se pone a pegar y eso tensa.
¿Es continuo?
—Las declaraciones y las agresiones del Presidente acá tienen un correlato. Se ha intentado construir una fórmula en los temas de mayoría simple, [pero] de manera amable nos dicen: “Ustedes tienen derecho al pataleo, pero ahí les va”.
Donde hay necesidad de acuerdos los están construyendo; en otros se toman tiempo y en otros operan, operan, operan. Algunas veces podría ser bajo el viejo principio de compra y coacción. Empiezan a salir notas de investigación de senadores, de gestiones o temas de discusión. De repente hay ausencias inexplicables o votos sorpresivos.
¿Así ocurre?
—Son parte de los intercambios que se hacen en cualquier cuerpo político. Es así. En eso hay que reconocerlo: Ricardo Monreal tiene una extraordinaria habilidad. Además tiene el músculo del gobierno atrás.
Los elementos de articulación y negociación de quien hoy tiene el poder son muchos, por eso la discusión de la Guardia Nacional fue un parteaguas, porque fue el primer “así no” al Presidente.
¿La CNDH?
—Fue una vergüenza. Robaron votos y no se atendió la Constitución.
¿Con este mecanismo de compra y coacción?
—Literalmente no contaron bien. La moraleja es: si son capaces de hacer eso con una entidad que para el Presidente no es importante, ¿qué harán con algo que sí?
¿Cómo empieza este periodo?
—Con cosas difíciles de entender, como la presentación-no presentación de la reforma judicial.
¿Cree que seguirá imponiéndose la mayoría?
—No hay manera de construir un acuerdo o de persuadir en los temas que le interesan al Presidente. A muchos senadores los cuestiono de que como oposición estaban en contra de todo esto y algunos dicen: “¿Pues qué quieres? Estoy aquí para apoyar a Andrés”.