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Los habitantes de las montañas en México se enfrentan al despojo debido a los grandes consorcios mineros, la falta de acceso a servicios de salud, educación y a las consecuencias de la lucha contra el narcotráfico, de acuerdo con Leticia Aparicio Soriano, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Esas comunidades los jóvenes viven entre la cooptación y desaparición por parte de las fuerzas del crimen organizado, aseguró la especialista con motivo del Día Internacional de las Montañas, que se celebra cada 11 de diciembre.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) recuerda que las montañas cubren 22% de la superficie terrestre y en ellas habitan 915 millones de personas en todo el mundo, bajo condiciones extremas de clima y de marginación. La relación entre el pueblo mexicano y las montañas es ancestral, cultural y espiritual.

La decisión de vivir en estas zonas tiene que ver con procesos históricos, debido a que las de comunidades indígenas migraron de los valles en un proceso de despojo por parte de la sociedad colonizadora.

“En este contexto de violencia hay que sumar la siembra de amapola o de marihuana, buscando generar condiciones de sicariato, de halconeo, a esto se incluyen las desapariciones, dentro de los 43 de Ayotzinapa hay tres jóvenes que son originarios de la montaña”, apuntó Sergio Ferrer, integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan.

A decir de Ferrer, también la quema de plantíos de amapola o el riego de sustancias que terminen con esos plantíos afectan las tierras fértiles de los agricultores de Guerrero.

La carencia de oportunidades laborales son un problema que genera migración, situación que pone en riesgo a los jornaleros que habitan las montañas. “Generalmente parten al norte del país para la cosecha pero son extorsionados por la policía, se han dado casos de muertes en el campo que no se han esclarecido”, afirmó Ferrer.

La empresas mineras ha provocado que los habitantes de las montañas echen mano de las leyes para defender lo que para ellos es una deidad, “la madre tierra” a la que, de acuerdo con Aparicio Soriano, deben respetar.

“Culturalmente, los pueblos indígenas han tenido una relación, no solamente de habitar las zonas montañosas, sino en el ejercicio de su espiritualidad, para ellos es muy grave que se dinamite un cerro, les preocupa estos proyectos de minería que impulsan los gobiernos porque no cabe la posibilidad de dinamitar a su propia madre”, detalló Soriano.

“Hay procesos en contra de la minería, incluso se han reunido en consejos y asambleas para obtener amparos en la búsqueda del respeto a la autodeterminación de los pueblos. Para ellos los cerros son generadores de vida y en esa creencia se han tenido que adaptar a los aspectos legales”, acotó Ferrer.

Para los especialistas los pueblos originarios de la montaña se encuentran bajo otros tipo de acoso, que hace que sean desplazados por la violencia o la intervención de consorcios empresariales de la minería.

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