Más Información
Diputados avalan súper secretaría de García Harfuch; SSPC investigará delitos y coordinará inteligencia a nivel nacional
"Soy del mero Sinaloa, donde se rompen las olas"; al ritmo de banda y aguachile, apoyan a músicos y meseros afectados por violencia
“Aún hay tiempo”: Inai lamenta extinción aprobada por Diputados; pide al Senado reconsiderar reforma
Trudeau se declara abierto a "otras opciones" con México en el T-MEC; solo si el país no aborda preocupaciones comerciales con China
Con prórroga o sin ella, elección judicial va, asegura Taddei; afirma que presupuesto de 13 mmdp no es ninguna “ocurrencia”
politica@eluniversal.com.mx
Ciudad Juárez, Chih.— El auditorio Gracia Pasquel de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) está atiborrado. En ese hacinamiento todos esperan a Andrés Manuel López Obrador, virtual presidente electo.
Abundan caras con semblante triste y duro. De pronto, el silencio se rompe con aplausos a la llegada del próximo Presidente de México.
Familiares de personas que han desaparecido a manos del crimen, de hijas secuestradas, de hijos maniatados, son quienes lo esperan en la puerta del recinto.
Al igual que todos los días lo hacen las personas que esperan tomarse una fotografía con él, los dolientes le permiten acercarse al estrado, pero el dolor no posa para la selfie. Le gritan que no pueden más.
Personal de seguridad de la casa de estudios logra subirlo al estrado; a un lado viene el gobernador de Chihuahua, el panista Javier Corral Jurado.
La gente grita, llora, se avienta para estar al frente y mostrar la manta con el rostro de su hija, de su nieta, de su esposa muerta o desaparecida.
Alfonso Durazo, el próximo titular de la Secretaría de Seguridad Pública, dice con voz firme: “Déjenlos que se acerquen, déjenlos pasar, que para ellos es este foro”.
Corral Jurado toma el micrófono cuando escucha: “Hemos buscado audiencia y no nos la has dado”.
Le sigue la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Habla firme, no cede ante los gritos, pero escucha. Mira a una madre que llora y le dice: “Entendemos que acercarse a estos foros no es fácil”.
Los reclamos y gritos no son tantos porque los asistentes los guardan para el siguiente expositor, Andrés Manuel López Obrador.
Su discurso se hace largo, pero el doliente se desespera y quiere que lo escuchen. En coro, un grupo de mujeres grita: “Nuestras hijas con vida y castigo a los culpables”.
López Obrador guarda silencio para escucharlos, para no interrumpir las acusaciones que desataron sexenios anteriores.
Entonces un joven le pregunta: “¿Para cuándo tendremos noticia de estos foros”, y él responde: “Para noviembre”. ¿Y cuando volveremos a saber de usted? “Siempre, yo siempre vendré a visitar Juárez”.
“¡No queremos promesas!”, le grita una mujer. Él levanta la vista hasta donde ella está, sin titubeos afirma: “Llevo años luchando por la justicia, y cuando les digo que voy a cumplir, es porque voy a cumplir”.