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Rescatistas e ingenieros que participaron en los trabajos del retiro de escombros y salvaron a varias personas que quedaron atrapadas en los edificios colapsados del Colegio Enrique Rébsamen adjudican la tragedia a la construcción improvisada de un departamento que la directora y supuesta propietaria, Mónica García Villegas, mandó a construir en el tercer piso, al parecer, sin los permisos ni las normas estructurales que exigen las autoridades delegacionales y de Protección Civil.
Este departamento, según quienes lo conocieron por dentro, tenía piso de mármol, jacuzzi y bañera, aditamentos que, asegura personal allegado al colegio, no estaba contemplado en el plano original de la obra.
Por eso, explican, a diferencia del edificio que quedó en pie y tiene poco más de 30 años, el nuevo inmueble, donde estaba el departamento de la directora, se desplomó por completo y dejó un saldo de 19 niños muertos y ocho adultos.
“En este caso hay que tomar como referencia dos cosas. Una que el edificio más antiguo no cayó, y la segunda, que la nueva construcción se derrumbó, todo se vino abajo. Eso sucede cuando hay mucho peso sobre las losas, y esto no se contempló en el plano original”, comentó el ingeniero Roberto Pedroza.
Fotos en poder de EL UNIVERSAL revelan parte de la construcción y de cómo quedó tras el temblor de 7.1 grados. En las imágenes se aprecia el lugar donde estaba el jacuzzi.
Esta última planta sufrió graves daños estructurales, que se aprecian apuntalados por vigas de madera y que quedó sobre los salones de los niños que se encontraban debajo. En esta área, fue donde se encontró el cuerpo sin vida de la mujer la tarde del domingo y dio pie a la controversia sobre la supuesta existencia de la menor Frida Sofía.
“Cualquier edificio que sea bien diseñado y bien construido debe de soportar, en condiciones de parámetros de reglamento, todos los tipos de acabado, y todos los pesos que para su funcionamiento fueron considerados; es decir, si se va a meter mármol pesado, la construcción de origen la debe soportar.
“El problema es cuando sobre la marcha se improvisa y, sin consultar a los especialistas, se hacen este tipo de construcciones. Por ejemplo, si la consecución original era para soportar dos plantas y al final se hizo este departamento del que se habla, ahí hay una falla. Ese problema sucedió en 1985 y todos los edificios se desplomaron, como aparentemente sucedió aquí”, comentó el ingeniero civil Óscar Arteaga, quien además es vecino de la escuela.
También se conoció que durante el proceso de construcción, por lo menos en tres ocasiones fue clausurado el lugar por las autoridades delegacionales y de protección civil, porque incumplía con algunas normas, principalmente en materia de construcción.
En este sentido, las autoridades de la delegación Tlalpan dieron a conocer que revisarán a detalle los permisos de construcción del colegio para deslindar responsabilidades, motivo por el que solicitaron a la Secretaría de Marina que antes de que inicien con la demolición del inmueble, permitan realizar un peritaje para conocer si hubo irregularidades y en qué consistieron.
Mientras tanto, la Secretaría de Educación Pública (SEP) informó que para la operación de una escuela privada sólo requiere el aval de las autoridades locales para otorgar los permisos correspondientes; precisaron que no se involucran en la construcción de departamentos o un área especial habilitada como vivienda para el personal administrativo de la escuela.
Como lo publicó ayer esta casa editorial, respecto al caso del Colegio Enrique Rébsamen, Carlos Mercado Marín, arquitecto de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM, aclaró que se trata de una construcción visiblemente manipulada por varias personas, con diferentes materiales y en distintas épocas.
“Definitivamente, sí tenía fallas estructurales visibles, además es un edificio que fue creciendo paulatinamente, con diferentes técnicas constructivas, en diferentes épocas. Se le hicieron ampliaciones en las que seguramente no participó ningún experto. y eso afectó la estructura original”, detalló.
El arquitecto recalcó que al tratarse de intereses particulares, el caso del Colegio Enrique Rébsamen se ha visto replicado, muy probablemente, en muchas otras edificaciones, tanto de carácter público como privado.
“Precisamente por eso suceden estas tragedias, porque siempre se ve por el bienestar individual, son arbitrariedades cometidas por los particulares. No las normas, no el reglamento, [los responsables] somos quienes usamos los edificios sin invertir en la correcta aplicación de las normas”, señaló.