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Huyó de la Ciudad de México el 21 de julio, un día después del operativo en Tláhuac en el que fue abatido Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos. Tomó a su esposa y sus hijos, y de inmediato partieron a Monterrey. Sabía que era el próximo. El Cártel de Tláhuac fue infiltrado por la Policía Federal.
Uriel Isaac, El Cochi, quien en su primera declaración luego de ser detenido dijo: “No pensé que me fueran a encontrar en Monterrey”, realizaba llamadas a sus operadores en la CDMX con tres números. Sus contactos fueron rastreados por varias semanas, con lo que elementos de la PF tuvieron información de primera mano al infiltrar la organización.
Se supo que su grupo utilizaba la violencia al máximo, que operaba la distribución de droga en Tláhuac, Iztacalco y Venustiano Carranza. El Ojos dejó como lugarteniente a Uriel Isaac, El Cochi, en el centro y poniente de la CDMX. Poco a poco fue ganando terreno.
Según el trabajo de investigación de la Procuraduría capitalina, la designación de Uriel Isaac provocó una ruptura en el Cártel de Tláhuac, puesto que el hijo de El Ojos no estuvo de acuerdo, lo que desató una serie de ejecuciones en Iztacalco, Venustiano Carranza y Cuauhtémoc. En esas delegaciones El Cochi mandó ejecutar a poco más de 20 narcomenudistas.
Se estudiaron sus movimientos en Monterrey. Era el momento de dar el golpe. El Cochi no se resistió, porque no le dio tiempo. “No pensé que me fueran a encontrar aquí, en Monterrey”, dijo.