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La explosión en la embarcación de la empresa Barcos Caribe, empresa de la familia del ex gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, fue provocada de manera intencional con un artefacto de fabricación casera, colocado en la cubierta intermedia y detonado a distancia.
De acuerdo con la investigación que realiza la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Marina, a la que tuvo acceso EL UNIVERSAL, se tienen indicios de que el fabricante de los explosivos tenía conocimientos en el manejo de material utilizado en la industria minera y para la construcción.
Información contenida en la carpeta de investigación FED/QR/PC/0000140/2018, refiere que se utilizaron cinco cargas explosivas para causar daños a la embarcación, con número de identificación IMO 9570981, que se encontraba en el muelle de Playa del Carmen para que descendieran los pasajeros que venían de Cozumel, incidente que dejó 26 lesionados.
Un modus operandi idéntico se iba a utilizar en otro barco, propiedad de la misma empresa ligada al ex gobernador Borge Angulo, donde se encontró otro artefacto, la diferencia es que ese contaba con ocho cargas explosivas.
Poco antes de las 13:00 horas del 21 de febrero, el Caribe 1, un ferry de la empresa Barcos Caribe, atracaba en el muelle de Playa del Carmen tras un recorrido de media hora desde la isla de Cozumel, ruta que comenzó a operar esa empresa naviera el 15 de febrero de 2015.
De pronto, una detonación se registró en la embarcación, lanzando esquirlas en todas direcciones que provocaron heridas a por lo menos 26 personas.
Luego del suceso, peritos acudieron al lugar para recabar todos los indicios y poder esclarecer los hechos.
El personal de Servicios Periciales, especializados en criminalística de campo, balística, fotografía forense, incendios y explosiones, localizó en el muelle bastante material que fue proyectado por la explosión, mismo que sirvió para concluir que todo fue provocado.
Entre los indicios había pedazos de cartón con forma cilíndrica, fragmentos de alambre de cobre con recubrimiento aislante color amarillo, así como dos láminas de aluminio que formaban parte de la estructura del barco.
Para tener mayor certeza de lo ocurrido revisaron el interior del barco, donde localizaron la zona conocida como “cráter”, es decir donde se originó la explosión, que fue la cubierta intermedia de la embarcación; sin embargo, la onda expansiva alcanzó la parte inferior de la cubierta.
Tres filas de asientos fueron las más dañadas, por lo que los restos fueron trasladados al laboratorio de Servicios Periciales para su análisis, ya que se observó una especie de polvo impregnado en los sillones.
El primer resultado del análisis de los sillones concluye que lo recolectado forma parte de un artefacto explosivo improvisado, es decir, de fabricación casera.
Las cinco cargas explosivas
El informe indica que el cartón de forma cilíndrica, como el de un rollo de papel, fue utilizado como carga de explosivo. Este contenía un sistema de iniciación que fue alimentado con una carga eléctrica para accionarlo vía remota.
En total se encontraron cinco cargas explosivas con el cable amarillo que alimentaba la energía para hacerlas explotar.
En la misma carpeta de investigación se integró un segundo hecho. El 1 de marzo, en el barco Caribe III, de la misma empresa, elementos de la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar) localizaron otro artefacto explosivo en la parte inferior de la embarcación.
Marinos especializados en neutralizar artefactos explosivos separaron todos los componentes del que hallaron en el Caribe III para conocer la forma de fabricación. Tenía características similares al que explotó en el otro barco.
Tenía un sistema de iniciación con un receptor de señal inalámbrica que era alimentado con cuatro pilas AA, la diferencia fue que, en lugar de cartón se utilizó un tubo de PVC que funcionó para mantener hermética la carga explosiva y que no se mojara.
El artefacto tenía ocho cartuchos de “piroblast” con un diámetro de 3.1 centímetros y un largo de 36. Para el explosivo se emplearon materiales químicos utilizados en la industria minera y para la construcción, como perclorato de potasio, aluminio y ácido bórico.
Las primeras conclusiones indican que la explosión del 21 de febrero no fue un accidente, sino que se tienen todos los indicios para inferir que la explosión fue provocada a control remoto.
Con esas bases la Coordinación General de Servicios Periciales cuenta con elementos para concluir que los artefactos explosivos de ambas embarcaciones fueron diseñados por la misma persona, puesto que las características del artefacto y el contenido de la carga explosiva coincidieron.
La PGR tiene asegurada la embarcación Caribe donde se registró la explosión y se encuentra fondeado en un muelle de Puerto Morelos, donde los peritos realizan la investigación correspondiente.
Dentro del inventario del aseguramiento, también se encuentra una consola de mando deteriorada, tres radios y dos intercomunicadores, tres condensadores de aire acondicionado, 19 balsas color naranja, dos antenas de radar, una nevera y un refrigerador.
Por otra parte, el Caribe III, en el que se localizó el otro artefacto explosivo que no fue detonado, está fondeado en Cozumel, frente a la Capitanía de Puerto. La investigación continúa por parte de la PGR.