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Ante la “latente posibilidad” de ser víctimas de situaciones de peligro, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió sus protocolos de seguridad para los ministros de culto, a fin de evitar que sean objeto de delitos.

El documento Protocolos Básicos de Seguridad Eclesial Personal y de Recintos Religiosos se compone de 10 módulos de medidas preventivas, los cuales están divididos en dos capítulos, Seguridad Personal y Seguridad de Recintos Religiosos, en los que se dan recomendaciones tanto para cuidar la integridad de los sacerdotes, como para la protección de los templos.

Algunas de las medidas contenidas en los protocolos sugieren evitar la rutina y horarios fijos, desplazarse de día y por rutas conocidas, informar a familiares de su ubicación, observar el exterior de la parroquia o domicilio para detectar a algún sospechoso, no proporcionar datos por teléfono, mantener en la caja de la parroquia sólo el dinero necesario e instalar alarmas y cámaras de seguridad.

Plantea a las diócesis la elaboración de un Plan de Seguridad que defina estrategias, acciones y programas que se van a activar ante una situación de emergencia, el cual deberá anticiparse a diferentes situaciones de riesgo, tanto en casos de robo o fenómenos meteorológicos, mediante la realización de simulacros, valorando la gravedad de la amenaza y la recurrencia con que se presenta la misma.

La estrategia debe establecer una “cadena de mando”, coordinada por quien sea el administrador del recinto religioso. “Se requiere diseñar un organigrama de aliados que respondan y deseen participar activamente en el plan”.

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