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Una patrulla de la policía municipal custodia permanentemente la casa de Javier, El Demonio, porque desde el anonimato, a través de mensajes en redes sociales, lo han amenazado de muerte.

Es el joven que cuando tenía 13 años mató de más de 30 puñaladas a su novia Diana Lizeth, de 11, porque supuestamente lo estaba engañando. EL UNIVERSAL publicó su historia en agosto de 2016. Se difundió que al menor de edad le gustaba golpear y quemar animales.

En lo alto de una colonia de la periferia donde las calles están sin pavimentar, muchas de las viviendas son humildes, algunas en obra negra, a medio construir, se nota la pobreza de las familias.

Varios niños juegan, corretean y se entretienen como pueden, pero están muy bien enterados de lo que sucede a su alrededor.

“Mírelo, ahí anda en el techo”, señala uno de los menores de edad, pero Javier también se da cuenta que es observado y brinca, se baja rápidamente, es muy conocido porque un día que andaba “muy loco” (drogado), el jueves 21 de abril de 2016, asesinó a Dianita.

El lunes pasado, Javier, El Demonio, volvió a ser noticia porque, supuestamente, agredió a un policía con una navaja y fue arrestado, aunque por orden de una juez quedó libre de nuevo.

El jefe de la policía municipal de Monclova, Victorino Reséndiz, coronel retirado del Ejército, aseguró a EL UNIVERSAL que ninguno de los elementos a su cargo fue atacado. “Sólo hubo un forcejeo para desarmarlo. Le quitaron la navaja que traía y lo consignaron por portación de arma prohibida, luego de que unos vecinos lo reportaron por alterar el orden”.

Respecto a la vigilancia, explicó que por orden del Ministerio Público, “por seguridad”, custodiarán la casa del menor hasta el 30 de septiembre. El coronel y los policías conocen muy bien al joven porque al menos cada 15 días lo detienen; se lo encuentran tomado o drogado en las calles.

A mediados de febrero pasado lo procesaron por homicidio simple doloso y ahora el Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Estado busca que se le impute el delito de feminicidio, el que se castiga con 20 y hasta 50 años de prisión.

“Mamá: ¡Te quiero!”. Javier, quien estudió hasta segundo año de primaria, ha vivido con su madre, no trabaja, pero le encanta la fiesta y el rap, escribe alguna canción, canta y baila, también cada vez que puede se emborracha con cerveza.

Se droga con pastillas, resistol o fuma marihuana y no ha logrado dejar los vicios como lo exigió el juez.

Muchos le conocen en al menos tres colonias a la redonda que recorrimos para tratar de localizarlo.

“Que lo encierren. A cualquiera que mata a una persona por lo menos le echan 30 años en el bote”, señala Julio César “N”, un taxista que primero se sorprende, luego se asusta y después se indigna, cuando un hombre que vende elotes cuenta que El Demonio ahora vive aquí porque se acaba de cambiar de casa.

“Mis hijas van a esa escuela, porque mi ex mujer se acaba de cambiar a esta colonia”, afirma preocupado.

Hay personas que lo juzgan loco, pero Javier estuvo internado varios meses en el Centro Estatal de Salud Metal (Cesame) de Saltillo. El médico lo declaró clínicamente sano al asegurar que no sufre ningún trastorno sicológico.

Por lo que él mismo ha dicho, puede padecer problemas de depresión, quizá por la falta de la figura paterna. Dice que de repente no le encuentra el sentido a su vida.

Aunque a su madre Alicia le manifiesta que la quiere mucho, él mismo dijo a los médicos que se peleaba con ella a cada rato.

También afirmó que su mamá lo corría de la casa, que eso lo ponía triste, que le daban ganas de morirse y tardaba para que se le pasara lo enojado.

El joven, que ha sido satanizado como si fuera la representación del mal, está en “el garete”, porque no hay ninguna institución que se haga cargo de su rehabilitación, sólo cuenta con el apoyo de su familia, cuya madre pide ayuda al gobierno para poder internarlo en un lugar donde puedan rehabilitarlo.

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