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Eduardo Balarezo, abogado de Joaquín Guzmán Loera, denunció el viernes que la fiscalía de Estados Unidos lo está acusando de ser mensajero de El Chapo y enviar mensajes amenazadores a posibles testigos del juicio contra el ex líder del Cártel de Sinaloa por órdenes del narcotraficante.
El letrado mostró su queja en el más reciente documento judicial, al que accedió EL UNIVERSAL, en el que acusa alegaciones “sin fundamento, preocupantes” y que suponen una violación de las condiciones en las que El Chapo está recluido en la cárcel de máxima seguridad de Nueva York.
El abogado, quien dijo a este diario que los señalamientos no tienen sentido, afirma que podrían incluso afectar al derecho a la defensa de Guzmán. En su carta dirigida al gobierno de Estados Unidos, detalla: “La única persona que ha contactado con posibles testigos a nombre del señor Guzmán ha sido el abajo firmante defensor, quien no ha pasado mensajes a estas personas y menos mencionado nada parecido a una amenaza”.
EL UNIVERSAL no pudo verificar las alegaciones y acusaciones de la fiscalía, debido a que los documentos judiciales se encuentran bajo secreto de sumario y sin acceso al público en general.
En la misiva, Balarezo confirma que ha empezado a contactar con potenciales testigos y que todos menos uno han aceptado reunirse con él como paso preparatorio para el juicio que debe iniciarse en abril del próximo año.
Según el abogado de El Chapo, la fiscalía, en una de las mociones presentadas ante el juez a través del sistema de intercambio de documentación entre las partes, aseguró que el representante legal había contactado con posibles testigos y les pasó “mensajes de su cliente”.
Balarezo lo niega; uno de los testigos habría tomado el contacto del abogado “como una amenaza”.
“No he pasado ningún mensaje de mi cliente. Ciertamente no he pasado nada que remotamente pudiera ser percibido como una amenaza”, explicó en un comunicado enviado por correo electrónico.
“El gobierno está usando el mismo manual contra mí que usó contra el señor Guzmán en el juicio. Están simplemente intentando enfriar la defensa y prevenir que hagamos nuestro trabajo”, añadió el defensor, quien desea confrontar las acusaciones “en la Corte”.
Sobre la salud del narcotraficante, el pasado 3 de noviembre Balarezo aseguró que Guzmán ha “sufrido un deterioro de su estado mental remarcable”, hasta el punto de no recordar “nombres, lugares y sucesos.
“Algo no está bien con él”, dijo entonces el representante legal. Entre los síntomas de los que Guzmán Loera se ha quejado destacan alucinaciones auditivas, manía persecutoria y depresión, incluso ha perdido la capacidad de concentración y es habitual que “se repita” en sus frases y “no se acuerde” de lo que está hablando.
El abogado, quien visita a El Chapo desde febrero en el Metropolitan Correctional Center (MCC) de Nueva York —donde está recluido desde su extradición en enero pasado—, asegura que además ha mermado la capacidad física del capo.
“Sufre problemas físicos, como dolores de cabeza constantes, pitidos en las orejas y dolores de garganta”, asegura en su documento dirigido al juez Brian Cogan; dolencias que en su opinión no están siendo tratadas.
Por ese motivo, Eduardo Balarezo pidió formalmente al magistrado que se practique a Guzmán una “evaluación neurosicológica” para ver si las condiciones “extremadamente restrictivas” en las que vive son las culpables de tal degradación.