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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Bárbara Italia Méndez Moreno, perteneciente a una fundación para la atención de niños y adolescentes, llegó a San Salvador Atenco para ponerse en contacto con la familia de Javier Cortés Santiago, quien falleció durante el enfrentamiento entre policías estatales y federales. Horas después fue detenida de manera arbitraria y agredida sexualmente por los policías.
La noche del 3 de mayo, Bárbara llegó a San Salvador Atenco, al siguiente día buscaría a los familiares de Javier; sin embargo, no pudo hacerlo por el cerco que había para liberar la carretera.
“Por la mañana comenzó un operativo de gran magnitud en el que participaron varias corporaciones: policías municipal, estatal y federal. Fui arrestada en un domicilio que fue allanado. Rompieron la puerta, nos sometieron a interrogatorios y a golpes”, relata a EL UNIVERSAL.
Han pasado 11 años desde que las agresiones sexuales marcaron su vida; fue sometida a torturas físicas y sicológicas desde que la detuvieron en el patio de una casa, hasta llevarla a la prisión de Santiaguito. Más civiles fueron trasladados hacinados en un camión.
Los agentes ingresaron al domicilio donde varios civiles se resguardaron. A todos los hincaron en el patio y los pusieron frente a la pared con las manos en la nunca.
Vinieron los insultos y los golpes, fue parejo. Agredieron a hombres como a mujeres.
“Me tomaron del cabello, me pusieron contra la pared, con las manos en la nuca e hincada. Comenzaron a golpearme con los toletes. Luego fui entregada a la policía estatal para trasladarme a Santiaguito. La parte más terrible fue el sometimiento a tortura física, sicológica y sexual durante el traslado”, comenta.
Llegó el interrogatorio. “¿Quién eres?, ¿qué haces aquí?, ¿quiénes son tus familiares?, si no contestaban eran acreedores a más castigo”, relata. El momento más difícil para Bárbara y otras mujeres fue la tortura sexual en el autobús.
A ella, de entonces 27 años, le colocaron un suéter en la cabeza y ya no pudo ver nada.
Apenas y podía ver las botas para confirmar que eran policías los agresores sexuales.
Bárbara fue arrastrada hasta el vehículo. “Me pusieron sobre una pila de personas y encima de ellos fue donde los policías me sometieron a toda clase de vejaciones, golpes, sofocamiento y luego la tortura sexual.
“Mientras me pasaba, también ocurría con otras mujeres. Se escuchaba el sufrimiento de las otras jóvenes”, afirma.
En pocos días estarán en la Corte Interamericana de Derechos Humanos para visibilizar lo que sucedió en mayo de 2006, pide, luego de 11 años, que se haga justicia.
“El caso está impune”. “El caso está impune, se han abierto algunas averiguaciones hay policías procesados, pero la gran verdad del caso es que al día de hoy no hay ningún agente condenado.
“Nuestra exigencia principal es que se investigue a los responsables materiales e intelectuales de los operativos, que se investigue la cadena de mando”, enfatiza la mujer.
Por eso, dice que se podrá demostrar en la Corte Interamericana que lo que han repetido en los 11 años fue verdad y será esa instancia la que lo pueda ratificar.
“Le diría a la sociedad que necesitamos observar mucho más a las autoridades y sobre todo a las corporaciones, para que esto no siga ocurriendo de manera sistemática”, asegura.