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En menos de tres minutos la casa se vino abajo. Todo tronaba, apenas alcanzaron a salir los tres habitantes: descalzos, ellos en calzoncillos y ella en camisón.

Suplicaron que las autoridades federales, que ayer pasaron por Juchitán, no se olviden de ellos.

El presidente Enrique Peña Nieto decidió ir a la zona devastada. Escuchó súplicas. Llegó acompañado por los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; de Educación, Aurelio Nuño; de Salud, José Narro, y de Desarrollo Territorial y Urbano, Rosario Robles.

En el lugar lo esperaron los secretarios de Agricultura, José Calzada; el de la Defensa, Salvador Cienfuegos, y el de Marina, Vidal Soberón, además del gobernador Alejandro Murat. Peña Nieto caminó entre las súplicas. “¡Ayuda!, no tenemos agua, necesitamos agua y que no nos olvide”.

La edil Gloria Sánchez López pidió la ayuda, pero sin intermediarios. En Juchitán laboran elementos del Ejército. El Presidente declaró: “Quiero convocarles a que nos mantengamos unidos”.

Según los datos, sólo en Juchitán hubo 36 muertos, 5 mil casas dañadas y el corte de los servicios más básicos. La promesa del Ejecutivo fue que la ayuda llegará en horas. Ayer llegaron dos unidades médicas. Prometió que la ayuda no se dará a través de intermediarios.

Rodeado de sus secretarios, que no paraban de dar entrevistas, para hacer su recuento, Peña Nieto se empolvó, estrechó manos, derrochó promesas y dejó al frente a Rosario Robles (Sedatu) y José Calzada (Sagarpa). Dejó consuelo y advertencia: luto nacional para recordar a las víctimas y hay que estar alertas, una réplica puede llegar.

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