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La alegría, el festejo, la música y el fervor patrio regresaron al Zócalo de la Ciudad de México. Tras dos años de que la verbena popular fue suspendida en “la fiesta de todos los mexicanos” como medida sanitaria para prevenir contagios por Covid-19, la plaza principal, ubicada en el corazón del centro, se llenó.
Al ritmo de canciones y corridos de Los Tigres del Norte y del Cielito lindo, los asistentes no dejaron de cantar, bailar, gritar y algunos de ellos, de llorar de emoción. La lluvia no los detuvo.
“Ya era hora, ya es mucho tiempo el que hemos estado sin hacer este tipo de eventos. Como mexicanos, el Grito es algo que todos esperamos y, sea quien sea el Presidente que esté en el poder, siempre es una alegría escuchar la campana. Es una alegría, de verdad, que no se puede describir”, comentó emocionada y casi al borde del llanto Isela Torres, vecina de Tlatelolco.
A su costado, alrededor de 200 personas provenientes de Zacatecas cantaron el Cielito lindo y lanzaron porras a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador mirando hacia Palacio Nacional, como si en él vieran a quien llaman “su líder”.
“Viajamos desde anoche para estar aquí y valió la pena. Todo vale la pena para ver el Grito. Venimos en 2019, vino la pandemia y ahora ya bajó un poquito; no quisimos perdernos este hecho histórico”, narró Lucio Jiménez, de Fresnillo.
Dijo que no está cansado por el largo viaje. “¿Cansados? ¡No! Si nuestro Presidente trabaja todos los días esto que hicimos no es nada”. Vestida de china poblana, la señora María de Guadalupe y sus dos nietos se dirigieron al Zócalo para estar “un ratito en la celebración del Grito.
“Aunque sea un ratito, corazón, lo importante es celebrar”, dijo. La mujer recordó que su mamá y su papá eran muy fiesteros y la llevaban a dar el Grito. “Ya no lo habíamos hecho [por la pandemia], pero ahora tengo los nietos en casa y vamos a revivir la alegría”, añadió.
María Guadalupe dijo que para esta noche mexicana preparó de cena pozole y tostadas de pata. No se quedó a ver a Los Tigres del Norte, pero la mujer se veía feliz, con sus nietos celebrando en la “fiesta de todos los mexicanos”, la cual recuerda, hace 212 años, el inicio de la Independencia.
Durante la verbena, la lluvia se hizo presente en varios momentos, pero eso no mermó en el ánimo de los asistentes.
También regresaron los niños vestidos de charro, con bigotes de plástico, con el Escudo Nacional pintado en las mejillas o las diademas de flores tricolores que adornan las cabelleras de niñas y adolescentes de la Ciudad de México, Jalisco, Chiapas, Guerrero y también de California, Estados Unidos.
A las 16:00 horas, un filtro VIP comenzó a abrirse frente a Palacio Nacional en el que sólo pudieron entrar militares y sus familias. A las 18:00 horas, el ambiente en la plancha del Zócalo empezó a calentarse con el Cielito lindo y porras para México, lo que hizo enchinar la piel de los asistentes.
“El soldado es pueblo uniformado”, arengaron ciudadanos a elementos del Ejército que estaban en primera fila, en la zona VIP, abajo del balcón central de Palacio Nacional.
También gritaron: “¡Se-de-na, Se-de-na, Se-de-na!”.
El canciller Marcelo Ebrard dio una pequeña muestra a los expresidentes de Bolivia y Uruguay, Evo Morales y José Mujica, con una comida en la tradicional cantina La Ópera, donde los revolucionarios de Francisco Villa, dice la leyenda, dejaron en el techo un balazo que aún perdura.
Operación Zócalo
Entre porras a favor del Presidente, autobuses llenos de personas provenientes de entidades como Querétaro y Chihuahua llegaron a las calles aledañas al Centro Histórico de la Ciudad.
“Venimos a apoyar al Presidente, no somos acarreados”, dijo Javier, quien descendió de uno de tres autobuses que hizo base a un costado del Palacio de Bellas Artes proveniente de Querétaro.
EL UNIVERSAL constató que de los autobuses descendieron decenas de personas.
Incluso, vendedores vieron la oportunidad para ofrecer objetos relacionados con Morena y el Presidente, por ejemplo, sonajas llamadas pejes.
Mientras tanto, en el Zócalo capitalino se pudieron observar lonas con logotipos del partido Morena y el nombre del estado del que provenían los simpatizantes, por ejemplo: Veracruz, Estado de México, así como Puebla.
Cerca de la Catedral Metropolitana, un grupo de seguidores desplegó una manta con el rostro del titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, en apoyo a su aspiración presidencial.
A las 20:45 horas se escucharon las primeras notas del acordeón de Jorge Hernández, el Tigre mayor, con El jefe de jefes, melodía con la cual se abrió el concierto de tres horas y la plaza mayor se convirtió en la pista de baile más grande del mundo…
Incluso los elementos del Ejército disfrutaron el momento y bailaron junto a sus parejas.
Así se vivió la tarde-noche del día en que regresó el fervor patrio al Zócalo con el Grito de Independencia y todos disfrutaron de Los Tigres del Norte.
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