Hoy se cumple un año del ataque de grupos porriles contra estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco que se manifestaban pacíficamente frente a la Torre de Rectoría .

Esa tarde habían protestado por la eliminación de murales culturales que habían pintando en los edificios de su plantel, por el cobro indebido de cuotas escolares y, luego de los primeros ataques porriles en su escuela, reclamaron la violencia que se vive en los planteles de Preparatorias y CCH, exigieron la desaparición de los grupos porriles, y a la rectoría una respuesta contundente ante el secuestro y asesinato de su compañera Miranda Mendoza, del CCH Oriente, quien fue secuestrada y calcinada.

Pero alrededor de las 15:00 horas, menos de 200 alumnos del CCH que participaban en una manifestación pacífica frente a la Torre de Rectoría daban su mensaje final y se preparaban para recoger sus cosas y retirarse.

Fue entonces cuando un grupo de porros ingresó a la explanada, proveniente del paso peatonal que une al Estadio Olímpico Universitario con el casco universitario, por debajo de Insurgentes Sur.

Los porros atacaron a los estudiantes con bombas molotov, cohetones, palos, piedras, tubos y armas punzocortantes.

Los estudiantes reportaron 14 heridos, de ellos dos en estado de gravedad y de quienes reconoció el rector, sus vidas corrían peligro.

En el minuto 01:13 de la transmisión que realizó EL UNIVERSAL el día de los hechos, se observa al coordinador operativo de Vigilancia UNAM , Jesús Teófilo Licona Ferro, caminando sobre la explanada de la Rectoría; abajo, en la zona de las Islas, se escucha la explosión de un petardo; previamente lanzaron bombas molotov, palos y piedras.

Sobre la lateral de Insurgentes había cuatro unidades de Vigilancia UNAM, con personal adscrito a esta dependencia universitaria interrumpiendo el tránsito vehicular en la zona, a unos metros de la bahía de estacionamiento de la explanada de la Rectoría.

Cuando se les pregunta por qué no intervinieron, la respuesta es que “tenemos indicaciones de los de arriba, indicaciones de los jefes”.

El rector Enrique Graue pidió la suspensión del funcionario, y que se conformara una comisión para investigar internamente los delitos cometidos ese 3 de septiembre, independientemente de las denuncias que se presentaron ante la Procuraduría capitalina, carpeta que fue transferida a la Procuraduría General de la República (PGR).

Desde las primeras horas, usuarios en redes sociales se organizaron para identificar en imágenes a los porros que participaron en la agresión a estudiantes; después los buscaron en redes sociales y expusieron sus perfiles y cuentas en Facebook e Instagram, en muchas de las cuales los presuntos agresores postearon fotografías y videos y reconocieron haber participado en la agresión a los alumnos.

Los que fueron identificados a través de sus perfiles en redes sociales, inclusive con sus teléfonos personales, dieron de baja sus cuentas en Facebook e Instagram.

Como resultado de los hechos, los estudiantes se organizaron en asambleas estudiantiles y la UNAM se fue a un paro generalizado: suspendieron actividades todas las escuelas en el casco de C.U., las FES, las preparatorias y los CCH así como escuelas fuera de la Ciudad de México.

El 5 de septiembre se organizó una marcha en el circuito universitario hacia la Torre de Rectoría que reunió a más de 30 mil personas, y otra marcha que reunió a más de 23 mil alumnos el 13 de septiembre, en un intento por replicar la "Marcha del silencio" de 1968.

Hace un año, el grito de los jóvenes no fue por un país más democrático, sino por la exigencia de ir a la escuela y regresar seguros a casa.

Bajo la consigna ¡Fuera porros de la UNAM! , los estudiantes presentaron tres demandas a la Rectoría general: expulsión de los grupos porriles de las instituciones educativas, alto a los feminicidios y alto a la violencia en contra de los estudiantes.

En un primer momento, la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presionó a los estudiantes a través del cuerpo de consejeros estudiantiles, equipos de fútbol y americano en facultades y escuelas, y los mismos directores para que se detuvieran los paros.

Después, respondió con la expulsión de más de 40 personas que participaron en la golpiza contra estudiantes, la mayoría de las víctimas era de menores de edad. Entre los expulsados, la UNAM confundió a un estudiante de la FES Acatlán, cuyo nombre dio a conocer a la prensa a pesar de que el joven ni siquiera estuvo en Rectoría el día de los hechos.

Hoy nuevamente estudiantes marcharán de la estación La Bombilla del metrobús hacia la explanada de la Torre de Rectoría, a las 14:00, horas, para conmemorar los hechos y demandar que la Violencia en contra de los estudiantes no vuelva a ocurrir.

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