Analistas políticos destacaron la importancia de que la virtual presidenta electa reviva la figura establecida en la Constitución de jefe de la Oficina de la Presidencia para acotar ocurrencias, decisiones unilaterales y, sobre todo, tender puentes de diálogo entre el titular del Ejecutivo federal y el gabinete, empresarios, sindicatos y grupos sociales.
Con matices, resaltaron la figura del exgobernador Lázaro Cárdenas Batel al frente de dicha oficina al recordar su paso por Michoacán y en el Gobierno de la Ciudad de México con López Obrador, donde se destacó por estar siempre abierto al diálogo y la negociación.
La analista política Arlene Ramírez Uresti dijo a EL UNIVERSAL que la recuperación de esta oficina es importante, porque se “acota el actual nivel de excesivo presidencialismo”.
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“Creo que es una buena noticia porque la Ley de la Administración Pública Federal contempla, y la misma Constitución, un gabinete legal del Presidente de la República y en este caso de Claudia Sheinbaum, quien asumirá funciones y creo que es una buena señal para eliminar el foco sobre la figura presidencial”.
Sobre el perfil de Cárdenas Batel, expuso que la fortaleza de este político está en su nivel de conciliación, es un buen negociador desde su figura de gobernador de Michoacán, donde dio muestras de ello, conoce bien el ámbito internacional, que es fundamental retomar en esta nueva administración.
El politólogo Alfonso Zárate recordó que la Oficina de la Presidencia nació con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se trató de un paso adelante respecto de lo que en el gobierno de Miguel de la Madrid se llamó secretariado técnico de gabinetes, y su titular, José María Córdova Montoya, “se convirtió en uno de los funcionarios más poderosos de un gobierno poderoso”.
Apuntó que la Oficina de la Presidencia cumplía un papel central en las reuniones de los gabinetes especializados: el económico, el agropecuario, el de seguridad nacional y el de política exterior, cada uno tenía un secretario técnico con la responsabilidad de registrar lo más relevante de las juntas y, sobre todo, dar seguimiento a los acuerdos. Las decisiones del presidente en reuniones de gabinetes especializados tenían prelación.
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La Oficina de la Presidencia aportaba al Titular del Ejecutivo elementos para la toma de decisiones.
“Con Vicente Fox se pervirtió la Oficina de la Presidencia, en vez de secretarios técnicos se nombraron coordinadores, parecía un exceso que, por ejemplo, Adolfo Aguilar Zínser, coordinador del gabinete de seguridad nacional, “coordinara” a los secretarios de Gobernación, Defensa, Marina y al procurador general de la República”.
Sin tener idea de lo que implicaba en una compleja administración disponer de una oficina de coordinación, López Obrador nombró a Alfonso Romo como jefe de esa oficina, pero su encargo era la relación con el sector empresarial, agregó Alfonso Zárate.
“La designación que anuncia la doctora Sheinbaum parece inscribirse en una lógica distinta y distante a la naturaleza de esa oficina y parece responder a la lógica del acuerdo político y lo escenográfico, después de todo el apellido Cárdenas sigue pesando en la vida pública del país”, indicó. Opinó que “en un gobierno de la complejidad del mexicano, una instancia responsable de apoyar las decisiones del presidente es indispensable”.