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Salvar vidas es el motivo por el que Edwin Sánchez Galicia sueña con convertirse en doctor cuando sea grande. Desea regresar un poco de toda la atención que recibió los últimos dos años, luego de que el sismo del 19 de septiembre de 2017 provocó que un tinaco y un árbol cayeran sobre su pie izquierdo y lo dejaran colgando.

“Los meses que estuve internado me dio curiosidad todo el trabajo que hacen los médicos. Pregunté para qué servían las medicinas, los fijadores externos que me iban a poner para que mi pie no se achicara... Me gustó cómo me atendieron y se desvivieron por salvarme la vida, por que no perdiera mi pie, por eso cuando crezca quiero ser doctor y salvar muchas vidas”, comparte a EL UNIVERSAL.

Pese a no ser derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el menor, de entonces 11 años, ingresó al Hospital de Traumatología Dr. Victorio de la Fuente Narváez, en Magdalena de las Salinas, gracias a un decreto presidencial y al interés de traumatólogo Adrián Rocha Garfias.

En más de tres meses de estancia, Edwin entró a quirófano al menos en 12 ocasiones, lo que superó el millón y medio de pesos en costo; sin embargo, especialistas del instituto explicaron a la familia que la atención sería gratis y no debían preocuparse.

Americanista de corazón, cuenta que está por concluir su rehabilitación y espera que pronto lo den de alta. “Creo que ya pasé lo peor, además no perdí mi pie. Ya dejé la silla de ruedas, las muletas, una bota ortopédica y ahora me apoyo en un bastón, pero poco a poco lo voy dejando, y no sería posible sin el apoyo de los doctores”, admite.

Aquel 19 de septiembre Edwin llegó de la escuela a su casa y se puso a ver videos de bromas. Estaba recostado cuando sintió el primer jaloneo de la tierra. Está temblando, pensó. Se asomó a la puerta y gritó: “¡Mamá, está temblando!”. La instrucción de Guadalupe Galicia, su mamá, fue precisa: “¡Bájate!”.


 

El piso no dejó de moverse, con esfuerzo llegó al patio de su casa y abrazó a una de sus tías que estaba en shock. “Ella no sabía qué hacer, estaba inmóvil, le tuve que decir que nos fuéramos a donde no hubiera riesgo. De ahí todo se nubla hasta que me quise parar y descubrí que no podía; mi mamá me cargó y vio que mi pie estaba colgando, nos asustamos mucho”.

Llegar al hospital de Magdalena de las Salinas no fue nada fácil.

Su papá, Iván Sánchez, lo subió a una camioneta y emprendió la odisea.

“De Tláhuac salí hacia Xochimilco, pasamos por Tulyehualco y San Gregorio, en donde vimos varios derrumbes. Ahí no pudieron hacer mucho por mi hijo, solamente parar la sangre. Nos mandaron al Pediátrico de La Villa y ahí conocimos al doctor Adrián Rocha Garfias”.

El traumatólogo explica que la unidad médica no contaba con los recursos para atender al menor, pero como él también trabajaba en el Victorio de la Fuente y escuchó que por decreto presidencial los institutos de seguridad social recibirían a quien fuera, aunque no tuvieran afiliación, envió a los Sánchez Galicia al hospital del IMSS.

Señala que la fractura con la que llegó Edwin era la peor de todas. “Era expuesta de tercer grado, se le salió el hueso y no tenía cobertura de piel; tuvo lesión en los músculos, en la piel y el hueso estaba como en 10 pedacitos”.

Para Guadalupe e Iván no hay palabras de agradecimiento con el Seguro Social, pues de no haber sido atendido ahí Edwin hubiera perdido el pie.

Antes de despedirse, Edwin envía un saludo a todos sus compañeros de la Secundaria Técnica número 46 y les pide que no tomen a juego los simulacros de sismo que realizan en la escuela, puesto que eso hace la diferencia entre vivir o morir.

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