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nacion@eluniversal.com.mx
Entre los Poderes de la Unión debe haber diálogo, comunicación y respeto, más nunca sumisión, afirmó la magistrada Yasmín Esquivel Mossa, presidenta del Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México, quien reconoció que el conflicto reciente entre el Poder Judicial, el Ejecutivo y el Legislativo, por los salarios de sus funcionarios, fue una etapa preocupante en la vida pública del país.
Con 30 años de experiencia en el servicio público y más de 20 en diversos órganos jurisdiccionales, comentó que la llegada de Arturo Zaldívar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) fue un elemento clave para calmar los ánimos que se vivieron durante las primeras semanas de Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República, por la exigencia de aplicar una reducción salarial a jueces, magistrados y ministros.
Esquivel Mossa es una de las candidatas a ocupar el lugar que el próximo 19 de febrero dejará la ministra Margarita Luna Ramos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En entrevista con EL UNIVERSAL afirmó que el hecho de formar parte de la terna para ocupar un lugar en la Corte es un honor, puesto que el Poder Judicial está aún rezagado en términos de equidad de género y la SCJN requiere mantener el lugar de las mujeres en el pleno.
¿Cómo es ser la presidenta de un órgano como el Tribunal de Justicia Administrativa capitalino?
—Al presidir un órgano colegiado mayoritariamente de hombres —aquí tenemos 75% de magistrados varones—, creo que uno de los elementos fundamentales ha sido el respeto que tengo con mis compañeros hombres, y con las mujeres también, pero uno de ellos ha sido el respeto, la seriedad con que se tratan los temas, la claridad, la transparencia y esa franqueza en el diálogo con mis compañeros varones me ha permitido mantener esa posición en la que confiaron en mí para tener la presidencia del tribunal.
También el conocimiento y el estudio. Ellos se dan cuenta que los asuntos tienen un análisis con visión únicamente jurídica, independiente a lo que puedan pensar los particulares o lo que puedan pensar las autoridades del gobierno de la Ciudad, en esa independencia, donde únicamente entramos al terreno de lo jurídico, es lo que provoca también que ellos confíen en mí.
¿La presidencia de una mujer es distinta de la que detentan los hombres?
—Ser mujer tiene ventajas y desventajas, pero en la aplicación legal, en los juicios, somos iguales.
En las discusiones en el pleno del tribunal, en el diálogo y la discusión somos iguales, porque la ley es una y la aplicación es la misma para todos, entonces, en esa parte somos iguales; en la parte biológica y personal somos diferentes.
Insisto en que hay tres cosas importantes: el respeto a los demás, mis compañeros magistrados; la independencia, en función de lo que ellos determinan, y la comunicación.
¿Cómo le gustaría ser recordada en el tribunal?
—Ha sido una gestión con innovación tecnológica, control de procesos. El tribunal creció en capacitación y en perfiles de los propios magistrados.
Yo quisiera que recordaran esta gestión también por la transparencia. Los magistrados conocen todo, participan y tienen conocimiento de las cuentas, el ejercicio del gasto, cuántas personas integramos el tribunal, los cargos, etcétera.
Es una gestión como una caja de cristal, transparente totalmente y eso ha favorecido mucho la actividad.
¿Qué sigue al término de la presidencia en el tribunal, en diciembre de 2019?
—No lo sé, pero hoy estoy poniéndole todas las ganas, todo el esfuerzo al trabajo que hago desde el tribunal, primero, por el compromiso con los ciudadanos y por el compromiso que tengo con mis pares.
¿Cuál es el papel de la mujer en el Poder Judicial?
—En el Poder Judicial el papel de las mujeres es minoritario. A nivel federal, un poco arriba de 20% son magistradas, aquí también en el TJACDMX, tenemos únicamente siete magistradas, de un total de 22.
Yo advierto que estamos entrando a una dinámica de paridad en los órganos de gobierno, en el Poder Legislativo tenemos casi 50% de mujeres: en el Senado, 63 mujeres y 65 hombres; la Cámara de Diputados también es paritaria.
En el Poder Ejecutivo, en la designación de secretarios de Estado también hay paridad, pero en el Poder Judicial traemos un rezago importante, ahí no tenemos paridad.
Es importante llevar a cabo políticas internas que puedan fomentar ese desarrollo profesional de la mujer.
Por ejemplo, a nivel federal veo que las compañeras se inhiben de participar para ser titulares de tribunales, porque las cambian de adscripción, nosotras como mujeres tenemos un rol en casa como madres, hijas a cargo de sus padres, hermanas que cuidan a sus hermanos, lo que nos impide tener la movilidad que quisiéramos para ser titulares de órganos jurisdiccionales en el país.
Eso creo que se tendría que revisar para darle oportunidad a esas mujeres que quieren desarrollarse, pero no participan porque saben que las van a cambiar de entidad federativa.
Con la próxima salida de la ministra Margarita Luna Ramos, ¿se requiere que llegue otra mujer a la Suprema Corte?
—Creo que de los 11 ministros, por lo menos deberían ser cinco mujeres para que hubiese un equilibrio y paridad en el Poder Judicial. Me parece que los próximos nombramientos deberían ser para mujeres, pero también es importante que no sólo por ser mujeres lleguen a la Corte, sino también por demostrar la capacidad, experiencia, liderazgo de la persona.
O sea, sí queremos mujeres en la Corte, pero también queremos que sean mujeres con capacidad, experiencia y trayectoria.
Usted es integrante de la terna para sustituir a la ministra Luna Ramos en la Corte, ¿cómo se siente con eso?
—Es un altísimo honor. Ya el hecho de ser mencionada, ir en la terna, es un honor. Llegar a la Corte es el más alto logro al que aspira un abogado que se ha dedicado a la carrera jurisdiccional.
En mi caso llevo 20 años en tribunales y para alguien como yo, es un gran honor.
Sé que esto depende de dos Poderes distintos al Judicial, pero para mí es un gran honor ser nombrada como una posibilidad.
¿Qué opina de las acusaciones de que existe un conflicto de interés porque usted es esposa de José María Riobóo, cercano a Andrés Manuel López Obrador?
—Yo tengo más de 30 años en el servicio público y más de 20 de juzgadora, al ingeniero lo conocí hace siete años y me casé con él en aquella época; él se dedica al diseño de obras de infraestructura, así que consideró que no hay un conflicto de interés, toda vez que el ingeniero Riobóo no participa, no interviene en el nombramiento, han sido carreras distintas e independientes y cuando lo conocí yo ya había sido magistrada federal y ya estaba en el tribunal administrativo.
¿Está lista para comparecer al Senado y enfrentar los cuestionamientos sobre este tema?
—Estoy preparada y estoy consciente de que es posible que algunos senadores tengan la inquietud por mi matrimonio con el ingeniero y, de darse el caso, en su momento les aclararé lo mismo que le comento a usted.
¿Cómo percibe el conflicto que existió entre el Poder Judicial y los otros dos Poderes por la reducción de salarios?
—Fue muy delicado, me parece que entre los Poderes de la Unión debe haber comunicación, diálogo, nunca sumisión, pero sí comunicación y coordinación, y creo que el rompimiento que se venía gestando antes de que el ministro Arturo Zaldívar fuera designado presidente de la Corte era un tema que no favorece el trabajo de las instituciones. Debe haber diálogo, respeto y nunca sumisión.
Era preocupante lo que ocurría y no iba a llegar a nada bueno.
Definitivamente la llegada de Zaldívar a la presidencia del máximo tribunal ayudó a calmar el conflicto.
Tiene una visión distinta, pero no es ajeno a las cuestiones judiciales, como ministro se ha destacado por ser innovador, de vanguardia, favorece los derechos de las personas y esa visión va a ayudar mucho al Poder Judicial para renovarse, sobre todo en este momento en que la ciudadanía exige un cambio.
Por ello, los ministros llegaron al acuerdo unánime de reducirse los sueldos, ya con esto el ministro está haciendo algo trascendente.