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Como todo buen hijo de una familia que se ostente poderosa, tras su paso por el ITAM, Emilio Lozoya prosiguió a cursar una maestría en Administración Pública y Desarrollo Institucional en la Universidad de Harvard.
Durante su estancia en Estados Unidos forjó una carrera como oficial de inversiones en distintos organismos públicos y privados, además de que era asiduo a publicar libros sobre política monetaria y competitividad empresarial.
Gracias a ello, entre 2003 y 2006 ingresó a la Corporación Interamericana de Inversiones, perteneciente al Banco Interamericano de Desarrollo, donde se dedicó a reestructurar créditos e inversiones para diversas industrias de América Latina.
Por esta misma época conoció a Marielle Helene Eckes, la heredera alemana del consorcio multibillonario Grupo Eckes-Granini Deutschland, el fabricante de jugos más importante de Europa, mejor conocida por la prensa como La Heredera de Granini.
En ese momento, Eckes, de unos 30 años y tan sólo un año menor que Emilio, estaba cursando la carrera de Relaciones Internacionales en Harvard y se identificó inmediatamente con el mexicano debido a que también cursó el bachillerato en un internado de élite en Alemania.
Se sabe que generaciones completas de la familia Eckes fueron educadas en el Castillo de Salem, o Schule Schloss Salem, una bella y estricta abadía en el sur del país germano a la que solamente tiene acceso la nobleza y los empresarios billonarios. Una de sus alumnas más destacadas fue la reina Sofía de España, quien una vez declaró sobre la institución que “se suponía que debías sufrir porque eso era bueno para el alma”.
Pronto la pareja se convirtió en un verdadero dúo dinámico. Las conexiones políticas y empresariales con las que contaba Marielle Eckes catapultaron la carrera de Emilio Lozoya hasta la cima.
En 2006 se casaron, y ese mismo año, gracias a la intercesión de los Eckes, Lozoya Austin consiguió ser nombrado director para América Latina del Foro Económico Internacional (Davos), cargo que ejerció hasta 2009.
También en esa época Emilio se hizo de sus propios fondos de inversión especializados en capital privado, lo que lo llevó a conocer a numerosos empresarios de todo el mundo, con quienes formó fuertes lazos de amistad.
Bastaron muy pocos años de vivir en el extranjero para que Emilio Lozoya Austin le diera un vuelco de 180 grados a su vida. Con el imperio de Eckes a su lado, el economista se dedicó a hacer crecer su carrera profesional hasta que lo tuvo todo: reconocimiento internacional, decenas de millones de dólares invertidos en diferentes países, contactos al más alto nivel y una vida de ensueño al lado de una mujer de la aristocracia alemana, además de los más inimaginables placeres: vacaciones exóticas, casas junto al mar, vinos de los más exclusivos y obras de arte cada vez más valiosas, a los que por primera vez accedía pese a haber crecido en el seno de una de las familias más poderosas de México.
De acuerdo con dichos de uno de sus amigos, conocer a Marielle Eckes fue un hito tanto para su carrera profesional como para su vida personal. “La fortuna de esa familia los deslumbró. El poder económico de su suegro siempre fue una referencia que debía superar y que lo llevó a cometer muchos de los actos que acabaron con su carrera”, dijo un miembro de la clase política que dio seguimiento a su trayectoria.