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Con la Cuarta Transformación, el desfile conmemorativo por el Aniversario de la Revolución Mexicana regresó al Zócalo tras cinco años de haber sido suspendido por el gobierno de Enrique Peña Nieto, y desde el balcón central de Palacio Nacional el presidente Andrés Manuel López Obrador presenció las tres granes transformaciones del país, contadas por su gobierno.
Antes del mediodía, flanqueado por los secretarios de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval, y de Marina Armada de México, almirante Rafael Ojeda, el mandatario caminó por los salones de Palacio Nacional y salió a balcón, la gente lo ovacionó, no como en el desfile militar del 16 de septiembre, pero aplaudieron.
Sobre la Plaza de la Constitución estuvieron los héroes de la 4T. Un cura Miguel Hidalgo que galopa con un estandarte de la Virgen de Guadalupe anunciando la Independencia; luego liberales y conservadores libran una cruenta lucha que a sangre y cañones lleva a las Leyes de Reforma impulsada por Benito Juárez y, por último el apóstol de la democracia Francisco I Madero encabeza la primera revolución del siglo XX contra la dictadura de Porfirio Díaz.
El Presidente observa sin perder detalle toda esa representación histórica escenificada por soldados, marinos, Fuerza Aérea y elementos de la Guardia Nacional, para conmemorar el 109 aniversario del de la Revolución Mexicana.
Se ve sonriente y contento aplaudiendo a los carteles alegóricos y contingentes de jinetes, pero sobre todo al ver las caracterizaciones de los hermanos Flores Magón, Venustiano Carranza, y hasta el general Lázaro Cárdenas, referencias constante del político tabasqueño en sus conferencias mañaneras.
El sello del gobierno de la 4T es el regreso del desfile cívico militar del 20 de noviembre, con más de 2 mil 700 jinetes, adelitas con rebozos multicolores y soldados vestidos de Los Dorados de Villa y del Ejército del Sur que comandó el caudillo Emiliano Zapata.
Y es que la conmemoración devino en los llamados “gobiernos neoliberales” en fines de semana largos y desfiles de deportistas, hasta que en 2014 el gobierno de Enrique Peña Nieto canceló la parada ante las protestas por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el secretario de Seguridad Alfonso Durazo, y el canciller, Marcelo Ebrard, vieron el desfile en un balcón contiguo.
El desfile histórico inició con una serie de acrobacias ecuestres encabezadas por el personal del Grupo Montado y de Honores del Primero Cuerpo de Ejército.
Mientras el Presidente y los secretarios aplaudían la destreza, valor y habilidad de los jinetes, ocurrió un accidente.
Un caballo se resbaló en el elemento militar al efectuar la suerte “parada india” y en el balcón central los aplausos se congelaron, pero al ver que el oficial se levantaba por su propio pie el Presidente, los altos mandos y el público le dieron un sonoro aplauso.
Y como el movimiento revolucionario se hizo a caballo y en ferrocarril, la locomotora Petra, que sirvió para trasladar a las tropas, hizo sonar su caldera, lo que fue celebrado por los asistentes.
La banda de guerra de la Sedena interpretó corridos como La Adelita y La Marcha de Zacatecas, de la que la secretaria de Gobernación llevó el ritmo con las manos.
Al final de la verbena seis camiones, cuatro pipas y una barredora de Servicios Urbanos de la Ciudad de México recolectaron 71 toneladas de desechos.
Al término, el presidente López Obrador se despidió de sus simpatizantes alzando los brazos.
Así fue el regreso del desfile de la Revolución, entre personajes que lucharon por la democracia, caballos, locomotoras y el sello de la Cuarta Transformación.