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Oposición y Morena velaron armas desde un día antes para la batalla legislativa más importante en lo que va del sexenio, con el debate de la reforma eléctrica propuesta por el Ejecutivo federal.
La bancada del PRI, con sus 70 diputados, quienes llegaron juntos a San Lázaro desde la tarde del sábado, se aseguró de que no hubiera ninguna “traición” más, luego de que Carlos Miguel Aysa, hijo del exgobernador interino de Campeche, del mismo nombre y propuesto embajador en República Dominicana, le dio la espalda y apoyó la reforma.
A su vez, los más de 200 diputados de Morena pernoctaron en un hotel cercano a la Cámara de Diputados, a la que llegaron por la mañana del domingo resignados a una derrota anunciada, pero dispuestos a debatir hasta el último minuto de la sesión.
En medio de un ambiente de crispación y polarización transcurrió la maratónica y atropellada sesión del pleno de la Cámara de Diputados.
Pese a los reiterados anuncios del PAN, PRI, PRD y MC de que votarían en contra de la propuesta, Morena y sus aliados intentaron a toda costa alargar la sesión y convencer a la oposición de las bondades de la reforma y de la necesidad de que cambiaran el sentido de su voto para no pasar a la historia como traidores.
Al inicio de la sesión, legisladores de Morena y PT solicitaron excusar a las diputadas Margarita Zavala (PAN) y Edna Díaz (PRD) de la votación, por presuntos conflictos de interés.
“Yo le hago llegar pruebas contundentes en las que se acredita que la diputada Zavala recibió en su hogar millones de pesos por parte de Iberdrola, para que el equipo de consejería jurídica lo pueda dictaminar y pueda garantizar que esta gran reforma eléctrica del país y de la nación sea votada con honestidad y, sobre todo, con legitimidad”, solicitó la diputada Andrea Chávez.
A las 12:24 horas se estableció un receso para que la Jucopo determinara la procedencia de las peticiones. En la reunión privada, los coordinadores de oposición e incluso los del PT y PVEM rechazaron excluir a las legisladoras, por lo que se avaló un acuerdo para exhortar a las diputadas a que se excusaran del proceso. Pero a las 14:56 horas, tanto Díaz como Zavala rechazaron privarse de la sesión.
El PRI acusó a las bancadas mayoritarias de prolongar artificialmente el debate para obligar a que la votación se diera hasta la madrugada y así amortiguar el impacto mediático de la derrota “monumental” que la oposición propinaría más tarde a la reforma.
A lo largo de la sesión, con los ánimos encendidos, la mayoría de Morena y sus aliados se enfrascaron en una guerra de consignas y acusaciones con los tres partidos de la alianza Va por México.
“No pasará, no pasará, no pasará”, coreaba la oposición, envalentonada por el poder de la suma de sus votos, mientras que los legisladores de Morena, PVEM y PT respondían: “Esos son, esos son, los que venden a la nación”.
Encabezados por su líder Alejandro Moreno y su coordinador Rubén Moreira, los priistas se burlaban de los morenistas con el clásico: “¡Quieren llorar, quieren llorar, quieren llorar!”, a lo que la bancada guinda contestaba: “¡Quieren robar, quieren robar, quieren robar!” y “si los priistas pudieran, a su madre vendieran”.
De nada sirvieron las palabras del diputado Ignacio Mier, quien advirtió una y otra vez que quienes votaran en contra se tendrán que someter al juicio de la historia, de la patria y de los electores.
Caracterizada por constantes interrupciones y descalificaciones, la intervención de los inscritos en el debate se fue alargando con recursos como preguntas al orador, mociones de orden, alusiones personales y solicitudes de respeto entre los legisladores.
“Patán”, “cobarde”, “insolente”, “nefasto”, “misógino”, “hipócritas”, “traidores”, “Judas” y “vende patrias” fueron algunos de los calificativos que intercambiaron los grupos oficialistas y los opositores a lo largo de la sesión.
Concluidas las primeras dos rondas de 12 oradores, pasadas las 23:10 horas, el pleno determinó que el tema estaba “suficientemente discutido”, lo que significaba que llegaba la ronda decisiva para votar a favor o en contra. Al término, cuando se escuchó que no se alcanzó la mayoría calificada, la oposición estalló en júbilo, entonó el Himno Nacional y gritó: “¡México!, ¡México!”; mientras que Morena coreó: “¡Es un honor estar con Obrador!”.