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“Eres muy joven”, “tú sí tienes derecho a la reconstrucción, una señora de 50 años ¿ya para qué’”, son algunas frases a las que se enfrentan mujeres sobrevivientes al cáncer de mama como Sandra Monroy, quien a los 36 años le fue diagnosticada esta enfermedad en su primera etapa.
Comunicóloga, periodista, emprendedora, fotógrafa de vocación y como sobreviviente al cáncer de mama, Sandra suma a su vida el activismo y acompañamiento oncológico para mujeres que han sido diagnosticadas con esta enfermedad.
“Jódete cáncer” vs el betún rosa
Recuerda que después de su diagnóstico descubrió que se habla muy poco sobre lo que enfrentan las mujeres con esta enfermedad, “buscaba (en internet) cáncer de mama, mastectomía y encontraba enormes lazos rosas y mucho betún rosa, pero no encontraba nada que a mí me diera luz en mi incertidumbre, deseaba saber qué era lo que iba a pasar con mi cuerpo, con mi diagnóstico”.
Para ello recurrió a páginas de otros países que ampliaron su conocimiento del tema y a ver, por primera vez, la imagen de una mujer mastectomizada (es decir, con la intervención quirúrgica para extraer la mama).
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“Empiezo a ver a mujeres que se aceptan en el día a día, que viven su corporalidad, que son cuerpos que lo habitan con una segunda oportunidad de vida y empiezo a ver esas mujeres de la manera más bonita, sexy, con aceptación”.
Sin embargo, expresó “Aquí en México pareciera que no está pasando esto, porqué en México todo es tapado, que nadie se entere que estás enferma, que nadie te vaya a ver pelona, que nadie te vaya a ver el hueco”, es por esto que surgió la iniciativa “Jódete cáncer”, con la cual busca visibilizar la visión de una sobreviviente que decide no reconstruirse.
La violencia en nombre de un cuerpo “completo”
Para Sandra, el cáncer de mama viene acompañado de otros dos cánceres, que es el paternalismo y el machismo. Señala que las violencias en relación a la enfermedad no habían sido visibles, y que las mujeres se habían quedado calladas “porque es una enfermedad que da mucha vergüenza y que “curiosamente es uno de los cánceres con más marketing, porque tiene que ver con la corporalidad femenina, con lo que se ha definido del ser mujer, como tener mamas”.
En específico, habla de la violencia estética que viven las pacientes oncológicas en relación a su peso, edad, racialidad y sexualización, al enfrentarse a cuestionamientos: “¿Cómo una mujer joven se va a quedar sin pechos?, ¿cómo una mujer joven va a quedar plana?, automáticamente se están anulando o está anulando su sexualidad, cuando lo que no han entendido es que es una libertad”.
“Ser joven pareciera que es una cuestión como de eterna juventud. Y aquí también estamos sufriendo una discriminación, porque si eres joven tú no vas a enfermar. Las mujeres jóvenes en México, cuando son detectadas, llegan a morir. Esa es una realidad”, apunta.
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Relata que las mismas pacientes llegan a decir “yo no me reconstruí porque yo ya viví”, pero la frase viene acompañada de lo dicho por el cirujano plástico “tú si eres joven, sí vale la pena que te las pongan, a una señora de 50 años ¿ya para qué? Como si a partir de una edad tú ya no eres candidata a desear o pedir lo que tu cuerpo necesita”.
“No hay respeto por el cuerpo”, denuncia la activista, tras señalar que muchas mujeres no llegan a tiempo a la atención por falta de un servicio médico, o son operadas y “las cicatrices o la forma de cerrar la hacen como si fuera un carnicero”.
“Mujeres despiertan pensando que van a tener esta cicatriz plana, la respuesta del o las doctoras es: ‘hoy te vas a arrepentir, pero mañana posiblemente vas a querer la reconstrucción. Entonces nosotros vamos a decidir sobre tu cuerpo’”.
“Hemos normalizado la idea de lo que es un cuerpo femenino, pero no normalizado un cuerpo femenino que está cambiando a partir de un tratamiento oncológico”.
Sandra apuesta por visibilizar la diversidad corporal de cuerpos que sobrevivieron al cáncer de mama y dejar atrás la idea de que una mastectomía sirve para “reconstruirte y ser una mujer completa”.
Los retos contra la violencia hacia pacientes oncológicas
Los retos contra las pacientes oncológicas son enormes, ya que no solamente es un asunto de salud pública, tiene que ver con salud mental, tanatología, sexualidad, nutrición y medidas ambientales.
De acuerdo con Sandra Monroy, hace falta más investigación “no solamente acerca de la enfermedad, sino de cómo lo vivimos las mujeres, sobre todo de los cirujanos plásticos, es novedoso cuando la mujer decide no reconstruir, porque en el entendimiento de esta medicina patriarcal, pues necesitan rellenar esos espacios”.
Además, agrega que es necesario “que los doctores no se guían solamente por un cuerpo grande, edad y género, sino que entiendan de manera más circular la importancia de hacer los estudios”.
Sandra reitera la importancia de que a las mujeres no se les “infantilice” y sean claros respecto a la notificación del diagnóstico, “que pongan sobre la mesa la libertad de decisión respecto a los tratamientos y a la diversidad corporal”.