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Señor Director:
En relación con la columna de Purificación Carpinteyro, publicada el 28 de diciembre de 2017 en las páginas de EL UNIVERSAL (en sus versiones impresa y electrónica) es importante realizar las siguientes aclaraciones, en virtud de contener información falsa e inexacta:
1. Contrario a lo que señala la autora, la Cámara Nacional de la Industria de Radio y la Televisión (CIRT) no ha fundado ningún partido político, mucho menos el Partido Verde, pero con todos mantiene una relación institucional y de diálogo. Además, los propios estatutos de la CIRT tienen una serie de obligaciones tendientes a la operación apartidista de esta Cámara.
2. Tampoco la CIRT, desde posición alguna “negocia más concesiones”, pues no tiene concesión de radiodifusión alguna, ni en su mandato se encuentra solicitarlas. Incluso, la autora debería saber que se entregan por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), no por partidos políticos. En todo caso la CIRT fija solamente la posición de la industria de acuerdo a la Ley de Cámaras empresariales que la hace un órgano de consulta del Estado mexicano.
3. Desconocemos el sistema de reparto de Comisiones en el Congreso de la Unión. Pero sí, en cambio, es del dominio público que la entonces diputada Carpinteyro tuvo que ausentarse, en el Congreso, de las discusiones de la Ley de Telecomunicaciones en 2014 —esto por instrucciones de su partido, el PRD—, y posteriormente tuvo que pedir licencia al cargo de diputada federal al revelarse audios en los que se le escucha pretender lucrar con la reforma en telecomunicaciones.
4. Así, la CIRT ni fundó, ni tiene, partidos políticos. Tampoco tenemos que ver con el reparto de la publicidad oficial. Sencillamente la CIRT realiza las funciones que le asigna la Ley de Cámaras. Lo que trata de hacer diligentemente en apoyo de sus agremiados y en colaboración con las instituciones públicas. Por lo que cualquier otra serie de argumentos infundados son agraviantes. Además, nos sorprende que la señora Carpinteyro critique el desempeño de la CIRT en cuestiones legislativas, cuando lo único realmente penoso y cuestionable fue su actitud como legisladora, por lo que tuvo que ser removida de las negociaciones para concretar la reforma en telecomunicaciones de 2013-14.
Atentamente
Víctor Medina Albarrán
Director de Comunicación-CIRT
Respuesta de la columnista
Con relación al derecho de réplica que fue demandado por la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), por las supuestas imprecisiones en mi columna “La cruda verdad” del 28 de diciembre en este diario, respondo:
Que reconozco que no tengo la certeza de que la CIRT, en su calidad de Cámara, hubiese “fundado” el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), pero que el uso de la retórica es permisivo y si el animal parece pato, camina como pato y grazna como pato, debe ser pato, aunque se vista de oveja.
Por ello dejo al lector juzgar qué tan apegada a la realidad está mi libertad poética, anotando apenas que en la LXII Legislatura de la que formé parte, 8 de los 15 diputados plurinominales del PVEM, están directamente vinculados con la CIRT o con sus más prominentes miembros; en específico, los siguientes:
1. Federico González Luna, asesor y consejero de la CIRT, que ocupó la presidencia de la Comisión de Radio y Televisión;
2. Ana Lilia Garza Cadena, subdirectora jurídica de la CIRT, secretaria de la citada Comisión;
3. Rubén Acosta Montoya, hoy vicepresidente del consejo directivo de la CIRT;
4. Javier Orozco Gómez, ex presidente del consejo directivo de la CIRT y ex abogado general de Televisa;
5. Laura Ximena Martel Cantú, ex prosecretaria de la CIRT;
6. Antonio Cuéllar Steffan, ex director jurídico de Televisa;
7. Mónica García de la Fuente, asesora jurídica de Televisa; y
8. Carla Alicia Padilla Ramos, jefe de seguridad y justicia de TV Azteca.
Pero, ¿qué culpa tiene la CIRT si apenas es la fachada institucional del conglomerado de las omnipotentes cadenas televisivas y consorcios radiofónicos del país? Es evidente que la CIRT no tiene más autoridad que la que le dan sus miembros. Son ellos —sus miembros— el verdadero poder fático del país, capaz de doblegar a cualquiera.
En cuanto las acusaciones que la CIRT hace en mi contra, entiendo que sus falsedades, su virulenta reacción mentirosa y carente de cualquier veracidad, deviene de la presión que dicha Cámara recibió de sus Jefes, pero sus referencias son a otra época y mi defensa llegará en su momento.
Sólo le recuerdo a los Jefes y a la CIRT que el enemigo de México no soy yo, son ellos defendiendo por encima del desarrollo nacional, sus mezquinas prebendas e intereses con los que se han enriquecido a costa del pueblo.
Entiendo que no les agrade que saque sus trapitos al sol, y pese a que estoy muy consciente de que la verdad no peca, pero incomoda, es mi obligación como columnista no callar lo que debe ser conocido por los mexicanos.
Purificación Carpunteyro
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