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Verónica supo que los niños del kínder donde asistía su hijo Rafael, de entonces tres años de edad, estaban siendo agredidos sexualmente, a través de diversos mensajes que fueron enviados al chat de padres de familia en el que estaba.
El 12 de octubre de 2018, cuando las autoridades de la escuela informaron sobre la exhibición realizada por Ramón Morales ante los niños, Verónica llegó tarde a la junta pero encontró a los padres de familia que acordaron esperar a los de los niños del turno vespertino para alertarlos de lo que estaba pasando pues el maestro en cuestión también daba clases en ese turno.
“Prácticamente nos adueñamos de la escuela para hacer de su conocimiento a los otros papás, les comentamos al turno vespertino y en ese momento salió el primer caso de una niña que su abuelito habló y contó lo que la hija le había dicho que le pasó a la nieta”, explicó en entrevista.
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Verónica llamó a una de sus amigas que es psiquiatra para preguntarle cómo podía ella saber si su hijo había sido víctima de algún abuso.
Cada foco rojo que la doctora le dijo coincidía con los cambios que el pequeño Rafael presentó desde que entró al kínder en agosto de ese año.
“Mi hijo tenía todos esos cambios, él ya tenía control de esfínteres pero empezó a hacerse pipí en la cama, me pedía que revisara el baño para que viera que no había ningún monstruo, tenía pesadillas, era sociable y de repente ya no hablaba, ya no quería jugar con su hermano mayor”, relató.
Al identificar las señales, Verónica se fue con otros padres de familia a la entonces Procuraduría capitalina a presentar una denuncia.
El 15 de octubre llevó al pequeño Rafael a la Procuraduría capitalina donde fue entrevistado por una psicóloga, una ministerio público, el médico legista, un policía ministerial y esa fue la primera vez que escuchó de voz de su hijo lo que le había pasado.
“Yo sentí que me moría lentamente, pienso todavía que esto es un sueño que no pasó pero para nuestra desgracia pasó”, recordó.
El 22 de octubre que la citaron con su hijo en la Procuraduría General de la República (PGR), instancia competente para conocer del asunto, para pasar por el mismo proceso de entrevistas. Ahí, Verónica se dio cuenta de que había muchos más niños agredidos.
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“No voy a olvidar nunca el grito de una mamita mientras yo estaba esperando a que pasara mi bebé, que decía ‘¡no, mi bebé no!’, ver salir a las mamitas llorando de estar escuchando lo que decían los niños.
“Fue aterrador porque los niños se quedaban con cara de que por qué llora mi mamá o mi papá, en ese momento mi bebé me dijo ‘mamá verdad que nunca te vas a morir’, le dije que no pero él me dijo ‘no quiero que te maten, yo no quiero que te maten’, y es que a mi niño de tres años le dijeron que si me decía algo de lo que le hacían, me iban a matar”, contó.
La agresión contra Rafael afectó tanto a su mamá que actualmente recibe tratamiento para tratar la depresión que padece pues se siente culpable por haber llevado a su hijo a esa escuela.
“Algo que debí decirle a mi hijo desde un principio es fortalecer la comunicación de qué era lo que le esperaba en la escuela, yo le decía que tenía que obedecer a sus maestros en todo lo que le dijeran, creo que ese fue mi error”, dijo.
A pesar de todo, está convencida de que Rafael es un héroe por alzar la voz y contar lo que le estaba pasando.
“Él es un héroe, hizo que otros niños se salvaran y me gustaría que supiera que lo amo y siempre voy a estar con él, que soy su mamá y puede confiar en mí”, agregó.