Este martes Lorenzo Córdova , consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (
) envió un oficio a Olga Sánchez Cordero, titular de la Secretaría de Gobernación, mediante el cual comunicó que el instituto no entregaría los datos biométricos a dicha instancia.
Los datos biométricos son las “propiedades físicas, fisiológicas, de comportamiento o rasgos de la personalidad, atribuibles a una sola persona”, de acuerdo con el Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de datos Personales ( Inai ).
Los biométricos, además, pueden llegar a ser considerados como datos personales sensibles si se advierte que involucran a la esfera más íntima de la persona, o bien, si su indebida utilización puede dar origen a discriminación o un grave riesgo para su titular. En casos como estos, dichos elementos podrían revelar aspectos como el estado de salud, información genética e, incluso, el origen étnico y racial de alguien.
La huella dactilar, las facciones del rostro, la estructura de las venas de la mano, el iris, la retina y la geometría de la mano son los datos que aluden a rasgos físicos y fisiológicos.
Por otro lado, la firma, la escritura (a mano o en teclado), la voz y la forma de caminar corresponden a las características de comportamiento y personalidad.
Toda esta información es útil para reconocer a las personas y confirmar su identidad, pues existen sistemas que comparan una muestra individual con una base de datos registrados previamente.
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El uso de estos datos es muy frecuente en nuestra vida cotidiana. Muchos celulares permiten el acceso a cierta información mediante el escaneo de la huella dactilar, o bien, a través de la lectura de los rasgos faciales.
Según la “Guía para el tratamiento de datos biométricos” del INAI, todos estos rasgos son universales, ya que todos contamos con ellos y son únicos, pues ninguno comparte las mismas características; permanentes y medibles.
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Para el proceso de identificación de las personas, los sistemas biométricos tratan y utilizan los datos personales en cinco etapas, que son: registro, conversión, almacenamiento, comparación y decisión. A pesar de utilizar distintos cálculos y filtros de coincidencia, estos sistemas “no pueden garantizar una exactitud completa”, explica el instituto en su guía.
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