Alejandro, de 12 años, el confinamiento le mostró otra cara: descubrió que tenía la habilidad de crear dinosaurios, que primero hizo con plastilina y después, con una pasta especial para modelar.

Nadie le enseñó cómo hacerlo. Desde pequeño mostró gusto e interés por esos animales. Acudió a libros y a tutoriales de YouTube para crearlos. Pero no los hizo para jugar, sino para venderlos. Algunos los ofrece en 600 pesos.

“El tiempo que estuvimos encerrados descubrí y desarrollé otros talentos, como el dibujo y el modelado; mis hábitos los estuve fortaleciendo más. En ese tiempo, no sentí tristeza ni depresión, aunque sí extrañaba ir a algunos lugares, como a la escuela e ir donde tenía otros amigos”.

Para él los libros contribuyeron a pasar bien el encierro. “Me gusta leer mucho, pues no sólo me distraigo, sino que he aprendido a través de ellos”.

Dice sentirse contento de estar nuevamente en clases, donde cuentan con el apoyo de los maestros cuando algún alumno se siente triste, por ejemplo.

“Nos han apoyado mucho. No me he sentido así, pero he visto cómo algún maestro o maestra apoya a uno de mis compañeros que se siente mal”.

Fabiola, su mamá, cuenta que Alejandro “asimiló la pandemia de otra manera, pues aprendió a modelar porque quiere ser paleontólogo. Empezó con plastilina a expresar sus emociones y crear dinosaurios, que comenzó a vender... Nunca tuvimos problemas con Alejandro como los vimos con otros de sus amigos y compañeros. El modelado y la lectura fueron para él una especie de catarsis. Eso fue fabuloso, porque o nos pedía que le compráramos material o que le regaláramos un libro”.

Dice que Alejandro aún se da tiempo para seguir creando sus figuras. “Su papá y yo le ayudamos a venderlas. Hace poco, vendió una en 600 pesos.

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