Suman casi 18 meses desde llegada la pandemia en México , y las historias se cuentan por millones; hay quienes perdieron su trabajo, a un familiar, e incluso su estabilidad emociona l derivado del encierro, y hay quienes perdieron las tres cosas; Alan Murillo , habitante de la Ciudad de México , es uno de esos casos.
En abril de 2020, Alan de 46 años se sumó a las filas del desempleo: “Soy chofer ejecutivo-escolta, trabajaba para dos empresas, pero llegó la pandemia y dejaron de venir los extranjeros a viajes de negocios, me despidieron de ambas”, comenta a EL UNIVERSAL .
Y es que justo en esos meses, la pandemia obligó al cierre de millones de establecimientos en todo el país. De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) , de marzo a julio, se perdieron un millón 10 mil empleos formales. La pérdida de su trabajo era el inicio de un calvario para Alan, quien sin la posibilidad de llevar la comida a su hogar por falta de recursos, decidió registrar su carro en Uber, “pero con el semáforo rojo los viajes también bajaron muchísimo”.
“Me puse a apoyar a mi esposa en la casa y de repente me llegaba algún servicio, pero entre esos viajes, trasladé a algunos enfermos del virus y yo también salí contagiado, terminamos vendiendo el carro para pagar el tratamiento”, explica.
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En octubre de 2020, Alan recibió una llamada, su papá Ángel, de 84 años, estaba enfermo de Covid-19 lo que le llevó a contraer deudas que se han vuelto impagables en medio de la necesidad de mantener a sus dos hijos y esposa; confiesa que hipotecó su casa para ayudar a su progenitor, quien finalmente perdió la vida, y días después, el 30 de diciembre, su madre murió en vísperas de año nuevo víctima de un paro cardiorrespiratorio. A junio de 2021, mira hacia atrás y sostiene que 2020 fue el peor año de su vida.
“Perdí mis tres trabajos, fue un gasto físico, mental, emocional y económico, vendimos cosas, empeñamos, pedimos prestado, cada ampolleta de un tratamiento para mi papá costaba 25 mil pesos, la familia se fracturó, con secuelas, hay muchas deudas y una hipoteca. Sentí que en cualquier momento podrían llegar a embargarme a mi casa”, narra.
Afortunadamente, en 2021 las cosas mejoraron para Alan, aunque aún tiene secuelas del virus, pues le cuesta respirar y tiene breves perdidas de memoria, hace poco encontró un trabajo de escolta, labor que le apasiona y le ha permitido recuperar la estabilidad económica.
"Encontré un empleo y justo de lo que me apasiona y me gusta, soy escolta, eso pues le da un respiro a la familia porque ya ayudo con los gastos de la casa, eso le da un respiro a la familia. Mi esposa muy bien de salud, ella no tuvo secuelas y mi hijo muy sano, ya tenemos la primera vacuna (pfizer) me cayó como bomba, me tiró tres días pero no importa porque no quiero volver a padecer esa chingadera nunca más en la vida", declaró sonriente.
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Caso similar es el de Omar Dávila, chef de profesión, y quien perdió su puesto como jefe de alimentos en un Soriana de Guadalajara el 10 de agosto de 2020.
El hombre de 42 años recuerda que el 7 de julio de 2020 su padre se contagió de coronavirus, por lo que tuvo que salir sin previo aviso para cuidarlo, sin embargo, el señor murió en un hospital capitalino: “Mi papá vivía en Ciudad de México y me tuve que salir inmediatamente para cuidarlo porque vivía solo, estuve un par de semanas y lamentablemente falleció, es la primera vez que pierdo a un ser muy allegado, la primera vez que siento ese dolor que no le deseo a nadie. Cuando yo me regreso a Guadalajara, a los 15 días me liquidan de Soriana por el tema de la pandemia en un recorte a empleados con antigüedad menor a cinco años”.
Relata que la liquidación fue de 30 mil pesos, que apenas le alcanzó para pagar parte de lo que gastó en los cuidados de su difunto padre.
“Sobreviví unos meses con mis ahorros, estaba deprimido, con los gastos encima, con la familia triste, los juzgados estaban cerrados, ni para pelear jurídicamente una liquidación justa, y con la desesperación pues me puse a vender comida”, expone.
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El negocio de tacos de guisado que puso en agosto de 2020 sería temporal, en tanto encontrara trabajo, un par de meses pensó, pero a la fecha, no ha encontrado empleo.
“Me alcanza para comer y gastos básicos, pero hay días en que no hay ventas, sigo buscando trabajo, no he encontrado, los salarios están muy bajos , en mi familia somos cuatro, pagamos una renta de 4 mil al mes, mi esposa también ha buscado empleo sin éxito, pero aquí seguimos, no nos derrumbamos, seguimos trabajando y echándole ganas para que no se derrumbe el barco”, concluye.