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La presidenta del Senado, Mónica Fernández Balboa (Morena), afirma que la Cámara Alta ha recuperado mucha credibilidad ante la opinión pública, como resultado del trabajo en las comisiones y en el pleno.
Los temas de mayor relevancia, asegura, han salido por un consenso de las fuerzas políticas o por las grandes mayorías.
Entrevistada tras el arranque del periodo de sesiones —el segundo de su mandato al frente de la Mesa Directiva—, la senadora comenta que la credibilidad ha vuelto incluso “tras el punto más álgido, que fue la toma de protesta de la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos”.
En la 64 Legislatura, señala, los senadores de todas las bancadas trabajan con libertad, y la única limitante es el respeto a la norma, que busca que impere el orden.
El apego a la ley, un trabajo legis- lativo coordinado y la preparación de las actividades que competen a la Mesa Directiva son las bases de la responsabilidad que asumió el pasado 1 de septiembre, como primera presidenta del Senado.
¿Cuál es su valoración del trabajo en la Cámara Alta?
—Ha sido muy responsable con el cambio constitucional que hemos logrado, un trabajo intenso para generar consensos.
Las reformas se han logrado entre todos los grupos parlamentarios.
¿Qué expectativa tiene para el periodo de febrero a abril?
—Espero que sigamos construyendo acuerdos en este mismo sentido y consolidemos el trabajo buscando coincidencias y consensos.
[Todavía] tenemos grandes temas que atender, y el Senado seguirá siendo fundamental.
¿Cuál es su llamado en este nuevo periodo de sesiones?
—Todos [los legisladores] han demostrado mucha madurez y responsabilidad. Hemos estado privilegiando los intereses de las mexicanas y los mexicanos. Vamos a seguir así. A eso aspiro y convoco.
¿Cómo es el trabajo que se da en las comisiones?
—Todas las comisiones están trabajando: dictaminan bien sus materias y varias producen muchísimo. Se procesan dictámenes en paquetes de 10, 14 u ocho puntos.
¿Cómo es la relación con los presidentes de las comisiones?
—Hemos tenido una reunión con [cada uno de] ellos e intercambiado comentarios con sugerencias para obtener mejores resultados. La norma es nuestra guía.
¿Se cumple con el proceso legis- lativo en la Cámara?
—Ninguna reforma ni ninguna ley se ha hecho sobre las rodillas: en todas nos hemos dado el tiempo importante para la discusión, debate, búsqueda de consensos, análisis y conocimientos de toda materia.
¿El trabajo es más profesional?
—Ahora sí. Cuando era diputada federal en la 60 Legislatura (2006-2009), llegaban los temas y la mayoría los sacaban. Nos planchaban. Ahora los asuntos se estudian mucho y se escucha a todos.
En la actualidad, ¿la mayoría de izquierda se impone?
—Los grandes cambios los hemos sacado con mayorías contundentes o por unanimidad.
A lo mejor hay un voto en contra, pero para eso es el pleno: para discutir el trabajo parlamentario, la confrontación de ideas, argumentos que puedan allegarse para tomar decisiones importantes.
¿Hay picor en el pleno?
—Cada quien está en su derecho de expresarse como crea. Desde la Mesa Directiva vamos viendo cómo están los ánimos, si caldeados o más tranquilos, [aunque] generalmente todos [son] muy respetuosos.
Tratamos, desde la Mesa Directiva, de hacer prevalecer el orden y la legalidad. A cada senador la ley le permite subir a la tribuna y auxiliarse de fotos, audios, pancartas. Tienen libertad de manifestarse.
A la Mesa le toca ordenar todos estos procesos, y para eso tenemos que seguir la ley.
¿Cuándo surgen problemas?
—Salvo contadas ocasiones en las que se han exacerbado los ánimos, todos [los legisladores] han demostrado [tener] gran madurez. Siempre va a haber alto que brinque.
¿Los “brincos” pasan factura de la opinión pública?
—El punto más álgido que tuvimos en este periodo fue la toma de protesta de la presidenta de la CNDH, [Rosario Piedra Ibarra], [la cual] pudo haber sido una desaprobación de la opinión pública ante los eventos que se suscitaron.
Sin embargo, en lo que a mí respecta, las redes sociales y los medios de comunicación dijeron claramente que fui jaloneada, [y eso] no me generó una opinión adversa.
Encontré muchas expresiones de solidaridad, porque pese a ese zipizape que se armó, terminé de cumplir lo que debía.
¿Tuvo una medición de la opinión pública?
—No. La medición que tengo es que la Cámara de Senadores ha recuperado mucha credibilidad, algo que me llena de orgullo.
Una meta que me fijé era poder redignificar la labor del Senado, y eso es lo que intentamos hacer.
¿Qué esfuerzos hay atrás?
—Trato de ser muy ordenada. Tres días antes estoy preparando la sesión, un análisis de los temas en los que puede haber divergencias, así como coincidencias. Tengo a la mano la información pertinente.
Puedo decir el estatus de cada tema, [además de] los asuntos que están en la Cámara de Diputados, lo cual es previsible que nos lo manden en los próximos días; además, cada senador ha recibido un informe de la labor legislativa.
De hecho, acabo de reunirme, por primera vez en la historia, con todos los directores y mandos intermedios de la Cámara Alta.
¿Con qué propósito?
—[Con el objetivo de] decirles qué es lo que estamos haciendo.
Les platiqué las expectativas que tenemos [respecto a que] la Cámara de Senadores se convierta en un ejemplo para sus prácticas, una de ellas, los protocolos de no violencia de género.