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La pólvora había quedado regada en San Lázaro desde la sesión del jueves pasado y ayer sólo necesitaron un chispazo para encender los ánimos.
El motivo: las bancadas del PRI, PVEM y Nueva Alianza rechazaron debatir un punto de acuerdo que exhortaba a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) a iniciar procedimientos administrativos y de carácter penal en contra de funcionarios encargados de determinar la fórmula y los volúmenes de venta de etano al grupo de inversionistas conformado por la empresa Braskem, filial de Odebrecht, e Idesa, por el quebranto generado al erario público con el Proyecto Etileno XXI.
Cuatro pancartas en contra de funcionarios y personajes ligados a la actual administración, reclamos a una presidencia “facciosa” en la Cámara de Diputados, gritos de: “¡Barbero! ¡Barbero!” y una acusación de una “estafa maestra” orquestada por el gobierno federal fueron los ingredientes que convulsionaron nuevamente el recinto.
Tambores prehispánicos resonaban en una de las entradas antes del inicio de la sesión; una decena de personas ataviadas con vestimentas tradicionales bailaban, como advirtiendo una confrontación. Y los presagios no fallaron.
Los diputados del PRD y del PAN, Jesús Zambrano y Marko Cortés, respectivamente, habían dado señales de la atmósfera que se viviría en el pleno.
El perredista pidió que la sociedad no permita que el “polvo del olvido” sepulte las acciones desestabilizadoras que el hoy candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, llevó a cabo luego de perder las elecciones en 2006, y lanzó al aire la interrogante de si el gobierno federal no fragua, al calor de la contienda electoral, un pacto de impunidad con él para tumbar la candidatura de Ricardo Anaya.
Marko Cortés pidió al presidente Enrique Peña Nieto “sacar las manos del proceso electoral” y amagó con acudir a instancias internacionales como la CIDH, para garantizar comicios sin intromisiones.
Los ánimos, pues, estaban dispuestos para que ante cualquier pretexto, cada una de las partes defendiera su posición ante el fuego enemigo.
Y la oportunidad llegó cuando se negó resolver de manera urgente un punto de acuerdo propuesto por Morena para solicitar a la ASF que actúe en torno al caso Odebrecht.
Las primeras chispas empezaban a brotar. Tras los gritos a Édgar Romo, la bancada del PRD desplegó tres mantas con la imagen de la titular de la Sedatu, Rosario Robles; el ex gobernador Javier Duarte y José Antonio Meade, en cada una de ellas. Las cifras del supuesto desfalco de los que se les acusaba a cada uno se mostraban bajo los rostros de cada uno de los personajes.
Por último, una gran manta enmarcada en un rojo intenso como el ambiente de San Lázaro, donde aparecían los tres personajes junto a Enrique Peña Nieto. En el centro, una frase incendiaria: “Hijos de la estafa maestra”.
Las llamaradas, que se presentía, arrasarían con la calma del recinto, se fueron apaciguando poco a poco. A pesar de que volvieron a levantar la pancarta en contra del candidato del PRI, las hostilidades se fueron diluyendo entre reclamos del PRIpor la que ellos consideran una presidencia “facciosa” de Romo.
La sesión continuó, pero aún el aire se percibía inflamable. La pólvora de los tiempos electorales incendió una vez más la pradera del Palacio de San Lázaro.