Están en el ojo del huracán 2018, sentados en los pesados sillones del Salón Verde, en las curules de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, en San Lázaro, y lejos de entablar enfrentamiento alguno, como lo sugieren las escaramuzas de lodo electoral, diputados y senadores queman tiempo.

Alcanzan a consumir dos horas y 10 minutos, en su primer encuentro del año, en la víspera de los comicios de final de un sexenio e inicio de otro, se van con las ganas de enarbolar sus causas en tribuna, que en esta tarde sirve para el desahogo, pero sólo de trámites.

En el ojo del huracán, la calma, como ésta, de un Palacio Legislativo agigantado por los espacios vacíos, sin más gente que los trabajadores sindicalizados. A este recinto le falta el pulso de la inquietud política cotidiana. Ya vendrán las tempestades.

Los legisladores de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión empiezan tarde, a las 12:15 horas (fueron convocados a las 11:00 horas) y salen temprano, a las 14:03 horas, cuando el diputado Jorge Carlos Ramírez Marín (PRI), suena la campanilla emblemática del Poder Legislativo.

La atmósfera, sin embargo, tiene una espesa nata de mensajes de los tres precandidatos (hay que seguir diciéndoles así) a la Presidencia de la República: José Antonio Meade Kuribreña, del PRI; Andrés Manuel López Obrador, de Morena, y Ricardo Anaya Cortés, del PAN. Pero abortará la disposición a la contienda por parte de sus legionarios.

Aquí hay leños para alimentar la hoguera mediática: gasolinazo, alza al precio de las tortillas, dólar volador.

Nada. Los ánimos no llegan a la tribuna. De hecho el coordinador de los diputados del PRI, César Camacho Quiroz, organiza al equipo en la reunión previa a la sesión, la cual sigue desde su oficina en el basamento, donde está su reacomodo, tras los sismos.

A media mañana, apenas se asignaron las comisiones en que trabajará durante tres semanas este órgano del Congreso de la Unión, el presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Carlos Ramírez Marín, viene a la sala de prensa a partir la Rosca de Reyes con los periodistas. César Camacho prueba el tradicional pan y el chocolate para dejar el escenario a su colega yucateco, quien dice ante cámaras y micrófonos: “El crimen organizado está escalando las cuestiones electorales”. Así de filoso se presenta.

Los panistas, con el diputado Marko Cortés a la cabeza, aprovechan las grabadoras y cámaras de televisión para atizarle al precandidato presidencial del PRI, José Antonio Meade, las culpas por los males que duelen hoy. Dicen que en todo están sus huellas dactilares.

En la izquierda, unos se muerden la lengua. Morena denuncia la violencia contra Claudia Sheinbaum, que el senador Luis Humberto Fernández Fuentes llama “barbarie” del PRD, producto de su desesperación. Los perredistas se hacen bolas y ante los medios, la tribuna que nunca baja la cortina, desaprueban la violencia política.

Ese resbalón lo saluda el morenista al formular una proposición, quien reconoce que por parte del PRD haya manifestaciones contra cualquier forma de violencia política, lo cual es demostración, dice, de que “tienen madurez ciudadana”, distinta a las “bandas de delincuentes, venidos a políticos”.

Muy políticos, los mensajes de felicitación al senador priísta José Francisco Yunes Zorrilla, quien tomó licencia indefinida para contender por la gubernatura de Veracruz y que recibe saludos, incluso de la panista Mariana Gómez del Campo.

Así abre la clase política sus hostilidades del año complejo extremo.

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