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Las reformas en materia de seguridad implementadas por el gobierno “ofrecían la panacea a nuestros males, pero sólo abrieron la caja de Pandora, escribiendo la receta del desastre”, señaló la Arquidiócesis Primada de México, a través del editorial del semanario religioso Desde la Fe.
El editorial precisó que la actual administración presumió hace tres años que entre 2012 y 2014 los delitos se habían reducido 7%, de acuerdo con los Principales Avances de la Política de Seguridad de la Secretaría de Gobernación, pero “sólo fue una lamentable estrategia triunfalista para pender de alfileres uno de los objetivos prioritarios: mejorar las condiciones de seguridad y garantizar tranquilidad en todo el territorio nacional”.
A dos años de aquel discurso, el texto puntualizó que las cifras oficiales “estremecen”. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2016 se registraron 23 mil 953 homicidios en México, una proporción de 20 homicidios por cada 100 mil habitantes a nivel nacional, tasa superior a la de 2015 que fue de 17 homicidios por cada 100 mil habitantes y 10 entidades federativas concentraron los índices de homicidios más altos, siendo las más peligrosas para vivir: Colima, Guerrero, Chihuahua, Sinaloa, Zacatecas, Morelos, Baja California, Baja California Sur, Michoacán y Tamaulipas.
Detalló que en la Ciudad de México la situación es “paradigmática y preocupante”, puesto que en el primer cuatrimestre de 2017 el homicidio culposo aumentó 75% en las delegaciones de la capital.
El editorial concluye que hace seis años, la principal demanda de los mexicanos era tener paz, por lo que lanza un par de preguntas al aire: “¿A quiénes conviene que esto no cambie? ¿Quiénes se están beneficiando de la industria del delito? ¿Convino que la Secretaría de Gobernación tomara de nuevo las riendas de la seguridad pública? Corrupción e impunidad son los ingredientes de la calamidad en las que nos encontramos”.
En la misa dominical presidida por el cardenal Norberto Rivera Carrera, se elevó una súplica por las víctimas mortales del atentado en Barcelona y otras partes de España “para que Dios los acoja en su reino, a los heridos les cure la herida y fortalezca el corazón de todo el pueblo, llenándolo de su gracia y paz”.