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A 100 días de su gobierno, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha sorteado al menos siete crisis que sacudieron, de una u otra forma, al país.
Desde la muerte de políticos por la caída —hasta ahora— inexplicable de un helicóptero, hasta largas filas por el desabasto de combustible, pasando por muertes por la explosión de un ducto de Pemex en Hidalgo, y las protestas de mujeres por el retiro del apoyo a los refugios de víctimas de la violencia, forman parte del panorama que ha enfrentado el Jefe del Ejecutivo Federal.
Además, sin llegar a una crisis de gobierno, desde su primer mes de gestión, el Ejecutivo federal abrió diversos frentes en contra del Poder Judicial por el tema de la Ley de Remuneraciones de servidores públicos; con órganos autónomos al cuestionar su “independencia” y contra las calificadoras internacionales que pasaron a negativa la perspectiva de crecimiento de México, Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Especialistas y politólogos coinciden en que el presidente López Obrador ha frenado esas crisis, sobre todo, porque a través de sus conferencias de prensa mañaneras, impone su agenda y su discurso, lo que ha evitado que le pegue en la percepción de la ciudadanía hacia el gobierno.
Para el politólogo José Antonio Crespo, doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana, López Obrador no ha salido muy bien librado en las crisis que ha tenido que enfrentar en sus primeros tres meses como Presidente, pero “eso no parece importar, sobre todo a los ciudadanos, puesto que tiene niveles de aceptación muy altos porque le creen todo lo que dice como por un acto de fe, es decir, porque lo dice él”.
Crespo señala que, en ese contexto, López Obrador ha enfrentado las crisis porque impone su discurso.
Por ejemplo, explica, algunos decían que estaba mal hecha la estrategia contra el huachicoleo que implementó el gobierno federal el 26 de diciembre del año pasado, lo que generó desabasto de combustibles e incluso se le relacionó con la explosión del ducto de Pemex en Tlahuelilpan, Hidalgo, el 18 de enero, lo que ha dejado hasta el momento 132 muertos.
Roberto Trad Hasbun, especialista en Comunicación Política, coincide en que el gobierno tiene una herramienta de control de la información a través de la conferencia de prensa matutina y, más que un manejo de crisis, es un control de la agenda con el cual el Presidente no ha permitido que las mismas le peguen en la percepción ciudadana.
“El resultado [de las mañaneras] es que no se habla mal del gobierno”, afirma. Fernando Dworak, analista y consultor político, difiere al decir que el manejo de crisis es negativo, toda vez que, si se ve con manuales ortodoxos, ha sido desastroso: “No ha habido medidas de manejo de crisis, no hay comunicación entre los actores ni un flujo de información fidedigna”, subraya.
Para Dworak, la mayor crisis que ha enfrentado el actual gobierno fue el caso del combate al robo de combustible, ya que, a diferencia de otros presidentes, López Obrador lanzó un discurso en el que habló de la gente, que generó empatías con los demás, y eso le dio cierta credibilidad, “pero no sabemos hasta cuando ese bono le pueda durar”.
Sobre la tragedia en la que murieron la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, y tres personas más, dijo que el manejo de la situación fue malo porque aún se desconoce lo que pasó exactamente y todo se basa en rumores.
“Hay personas que creen que la gobernadora y el senador desaparecieron y fingieron su muerte, otro sector cree que hay un complot por la falta de transparencia que sólo genera rumores”, explicó el especialista.
Dworak asegura que en estos tres meses López Obrador sigue de “luna de miel”, ya que es un mandatario con un gran respaldo popular.
Sin embargo, aclara que esa “luna de miel” genera muy altas expectativas y promesas, pero no la realidad.
“Todavía no podemos evaluar desempeño porque no hay nada concreto, salvo los temas que se han visto los últimos días, como el de las calificadoras. De los focos amarillos pasamos a los rojos”, dijo.
El consultor político Roberto Trad Hasbun aseguró que los primeros 100 días de gobierno de López Obrador fueron una etapa de percepción, pero, dice, ahora vienen los segundos 100 días que son los de la realidad, es decir, aterrizar los programas sociales y la gente comenzará a presionar al Presidente para que dé resultados, por ejemplo, en materia de seguridad y salud.
Crespo es más crítico al afirmar que López Obrador va por un lado en que todo va bien y va a sacar adelante al país, en contraste con las cifras oficiales acerca de que se ha perdido la inversión, ha aumentado la inseguridad y no se han generado los empleos que se requieren para el crecimiento económico.
Consideró que el Presidente genera mucha incertidumbre en los mercados, por ello las calificadoras y organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han bajado la expectativa de crecimiento para México.
Lo que viene después
Los especialistas coinciden en que viene una etapa más dura para el presidente López Obrador, porque los 100 días que se avecinan son los que se vuelven clave para que la narrativa y la percepción se conviertan en realidad.
“Lo que viene para el Presidente es ya una demanda real por reducir los índices de violencia, las demandas por incrementar los salarios, por combatir la pobreza y todas sus promesas de campaña”, afirma Trad Hasbun.
Por ejemplo, la implementación de la Guardia Nacional, que desde el 20 de diciembre ocasionó un jaloneo con la oposición y organizaciones civiles que acusaban la posibilidad de la militarización del país, ahora tendrá que convertirse en una estrategia que resuelva los problemas de seguridad, puesto que la reforma está a punto de promulgarse con el apoyo de todos los partidos.
Dworak considera que viene un periodo de muchos riesgos para el país, porque sí el Presidente sigue sin dar resultados, se convertirá en un problema: “Corrió a la burocracia dorada, se lo aplaudieron, pero el gobierno está parado; habla de nacionalismo, pero la economía no va bien; hay muchas expectativas, pero pueden no cubrirlas porque todos los apoyos sociales requieren una estructura básica y si el gobierno está paralizado no creo que lo pueda impulsar”.
El también académico del CIDE, José Antonio Crespo, adelanta que López Obrador mantendrá esa narrativa, pero cuando las cosas empiecen a salir mal, el Presidente dirá: “Es por la culpa de otros, la culpa de las calificadoras, el responsable es el neoliberalismo, los partidos o los comentócratas”.