Tres rollitos de jamón, dos rebanadas de queso, unos trozos de mango y un paquete de galletas saladas componen el desayuno de Martha Patricia Ramírez Lucero, representante de Baja California por Morena en la Cámara de Diputados.

La legisladora explica que viene desde Tijuana, y con la desaparición en vales de gasolina y la cancelación de contrato para la renta de automóviles , tiene que guardar dinero para ir y venir desde la Casa del Pueblo al aeropuerto y luego a su comunidad.

“No me molesta traer tupper, es muy práctico, y como en Morena empezamos desde temprano, más vale traer provisiones”, dice a EL UNIVERSAL mientras toma un sorbo de café del termo que también carga.

La diputada Carmen Medel Palma, de Minatitlán, Veracruz, ya está en su curul y la sesión ha comenzado. Destapa su tupper de tapa verde y saca de ahí un sándwich que ella misma preparó. Luego abre uno de los dos termos que trae, en uno tiene café y en otro, agua.

“Hay que ahorrar en todo para que el salario alcance, sobre todo ahorita que estamos en la austeridad. Antes se daba café y galletas, y la idea no fue quitarlo para siempre, pero es que si costaba 50 pesos le ponían 500 en el recibo, y para evitar eso, mejor nos traemos las galletas desde casa”, comenta la morenista.

La diputada del PRD, Mónica Bautista Rodríguez, también le entró al “termo challenge” al que invitó el coordinador de Morena en San Lázaro, Mario Delgado. Ya ocupa su lugar en el imponente salón de sesiones mientras convierte el agua caliente en té.

“Eso del termo y del tupper es mera demagogia, es publicidad para la austeridad, somos humanos, necesitamos alimento y no porque ellos inviten a una moda quienes ya lo hacíamos desde el principio estamos a favor de eso”, comenta.

Al pleno ingresa el diputado veracruzano Julio Carranza, también de Morena, con una charola donde trae cuatro vasos de café. Los reparte entre el mismo número de legisladoras de su misma fracción parlamentaria. La hace de edecán.

“Pues aquí las compañeras me pidieron un cafecito, y a mí no me cuesta nada bajar al restaurante por ellos, es una atención”, dice. Carranza asegura que “el problema lo tienen los que estaban acostumbrados a traer un séquito de asistentes y a comer de lo más caro”.

Traer comida de fuera fue un recurso que también aplicó la diputada Ana María Rodríguez Ruiz, quien llega al pleno con un envase de plástico en el que trae jícama, zanahoria y pepino. La ex asambleísta de la Ciudad de México compró su ensalada en un puesto de afuera del recinto legislativo.

“Es mejor traer nuestra comida, por eso tenemos una dieta, ¿no? Yo invito a nuestros compañeros que se traigan su lunch, porque luego nos salimos a comer a la calle y nos perdemos de muchas cosas de la discusión”, menciona.

Mientras los legisladores entran al pleno se ven más tuppers y termos. Recién llegados los morenistas, insisten que no les molesta traer su propia comida. “Yo no he tenido privilegios, no sé ni qué era tener los vales”, dice Susana Cano González.

Destaca de entre los legisladores tempraneros de Morena una voz. “¡Es un desmadre!”, confía a sus colegas un diputado de Puebla al llegar al pleno para estrenar sus curules asignadas apenas una noche antes en reunión plenaria.

“Dos horas hablando ayer para nada”, recula el legislador, menospreciando el trabajo de rotular cada entidad del país en las curules para facilitar que, al llegar a la sesión de este jueves, los morenistas encontraran su espacio.

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