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Las imágenes y videos se repitieron cientos de veces en las redes sociales.
Cientos de personas alrededor de un chorro de gasolina de seis metros que salía de la tierra, tratando de llenar cubetas y tambos.
Era una toma clandestina de combustible en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, a unos 100 kilómetros de la capital mexicana.
Alrededor de la multitud había soldados y policías que custodiaban el área, sin intervenir. Algunos inclusive tomaron fotos.
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El escenario cambia repentinamente. La poza de gasolina explota. Una enorme llama de 20 metros de altura es lo único que se observa.
Tras el accidente murieron al menos 89 personas y otras 51 permanecen hospitalizadas, según informó este lunes el gobierno de México.
Es la mayor tragedia provocada por el robo de combustible en la historia del país.
En las reacciones por el accidente muchos se preguntan por qué los policías y militares no dispersaron a la multitud.
La estrategia de no confrontar a quienes recogían combustible en la toma clandestina fue cuestionada por algunos.
Las críticas dicen que se pudo haber retirado a los pobladores antes de que su número se incrementara.
Otros cuestionan que se enviara sólo a 25 soldados, (otros reportes más recientes hablan de 21) que de acuerdo con el secretario de Defensa, fueron insuficientes para evitar la extracción de combustible.
En redes sociales como Twitter también hubo críticas porque, aparentemente, no se siguieron los procedimientos de protección civil al momento de detectarse la fuga.
Sin embargo de acuerdo con los protocolos de Pemex es el personal de la empresa el único que puede atender las fugas en ductos y reparar las tomas clandestinas.
El presidente López Obrador dijo que difícilmente hubiera cambiado la situación con más militares en la zona.
"Eran muchos y se actuó con prudencia" indicó en una conferencia de prensa la tarde del sábado.
"En el caso de que se hubiese pedido auxilio no se hubiese logrado mucho, porque todo esto se da de repente. Era muchísima gente y hay el antecedente de que cuando se dan estos casos, no se respeta ni siquiera a los elementos del Ejército".
"Sé que existe esta polémica. Respeto ese punto de vista de por qué el Ejército no enfrentó a la población. Yo estoy más por la postura que asumió, nosotros no podemos enfrentar estos actos con medidas coercitivas, no podemos reprimir".
Antecedentes
Desde hace varios años las bandas de “huachicoleros”, como se conoce a los ladrones de combustible, aumentaron su agresividad hacia los militares.
Inclusive se han presentado casos de soldados y policías agredidos o retenidos en las comunidades donde se extrae combustible.
Así, la instrucción para los militares es no confrontarse con los pobladores. Eso ocurrió en Tlahuelilpan, según afirma el secretario de Defensa Nacional Crescencio Sandoval.
“Evitamos la confrontación, tener por el lado de la parte civil, de los pobladores, algún herido generado por muestras armas o por parte de los pobladores que hieran a nuestro personal”, sostiene.
Fuera de control
Cuando se detectó la fuga de combustible en Tlahuelilpan se enviaron 25 soldados a custodiar el sitio, según informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
En los primeros minutos, cuando eran pocos los vecinos que se acercaron a recoger gasolina, los militares les pidieron que se retiraran.
“Pero hicieron caso omiso”, dice el secretario de la Defensa. Cuando aumentó la cantidad de combustible en la fuga, se reunieron más de 800 personas.
Ya no se pudo evitar el robo de combustible.
“Es sumamente complicado poder contener 25 hombres a 800 personas”, reconoce Sandoval.
“No puede haber un esfuerzo para buscar detenerlos, nunca lo van a lograr y más si están convencidos los pobladores de querer ir por el producto. Nunca lo van a poder hacer”.
En este caso los militares fueron obligados a moverse pues los pobladores “se tornaron agresivos”.
Se quedaron cerca de la toma a la espera del personal de Petróleos Mexicanos (Pemex) que repararía la fuga.
Antes de que llegaran, ocurrió la explosión.
El secretario de la Defensa informa que dos militares están hospitalizados con quemaduras graves.,
Desafío “huachicolero”
No es la primera vez que en un robo de combustible los pobladores desafían a policías y militares.
El pasado 13 de enero, por ejemplo, tres soldados que participaban en un operativo contra el robo de combustible fueron retenidos y golpeados por los vecinos de Santa Ana Ahuehuepan, en Hidalgo.
El pueblo se encuentra a 20 kilómetros de Tlahuelilpan, donde ocurrió la explosión el viernes.
El desafío de los “huachicoleros” a policías y el Ejército aumentó en los últimos años, coinciden especialistas.
En muchos casos los ladrones de combustible contratan a vecinos de las comunidades cercanas a los ductos, para que les alerten de la presencia de militares.
A veces también les utilizan como escudos humanos dicen analistas como Gustavo Mohar Betancourt, exsecretario del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), el área de inteligencia civil del gobierno.
“Hay videos de YouTube donde aparecen mujeres y niños llevándose cubetas de gasolina”, dice a BBC Mundo.
En ocasiones los “huachicoleros” amagan con incendiar las pozas o tomas clandestinas.
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“Es la manera como la delincuencia ha encontrado para prevenir verse enfrentados de manera violenta por las autoridades. En ese contexto es imposible que (las autoridades) reaccionen con fuerza”, agrega.
Por eso la política de evitar enfrentamientos.
Y así seguirá, según afirma el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Nosotros no vamos a apagar el fuego con el fuego. No vamos a enfrentar la violencia con violencia”, insiste.
“Vamos a seguir con la misma política de respetar los derechos humanos, de no responder a agresiones, de no querer enfrentar problemas sociales con el uso de la fuerza”.
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