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Villahermosa, Tab.— Andrés Manuel López Obrador regresó a su tierra natal como presidente electo, pero el recibimiento se salió de control.

Lo apachurró en el aeropuerto una multitud confusa de periodistas y personas que querían saludarlo. “Camínenle, parecen guaruras ustedes”, gritaba a un grupo de hombres.

David León, su coordinador de logística, hacía lo imposible para que el mar de gente permitiera el paso. Su hijo Andrés Manuel López Beltrán y su novia, la modelo venezolana Irene Esser, prefirieron ver de lejos la escena caótica.

Lejos de ahí, en su casa de transición en la Ciudad de México, otro festival se desarrollaba al ritmo de la banda.

A la calle de Chihuahua arribó la Unión de Carnavaleros Mexicanos Amigos de Villa y Zapata, quienes armaron el baile para invitarlo al Carnaval de México.

“Esperamos que este año sí nos dejen llegar al Zócalo, porque siempre nos dejan nada más llegar a la Alameda”, dijo uno de los danzantes afuera de la casa de transición.

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