La salida de Olga Sánchez Cordero de la Secretaría de Gobernación (Segob) generó dos lecturas, mientras que algunos expertos ven que la ministra en retiro salió por su voluntad “porque estaba siendo nulificada”, otros consideran que se trata de una estrategia política del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien la mandó al Senado con la misión de evitar que Ricardo Monreal se haga del poder absoluto.
El analista político Alfonso Zárate precisó que desde su llegada, Sánchez Cordero recibió una Segob disminuida y su función era prácticamente de “florero”. Dijo que al verse nulificada tras tener un brutal desgaste, decidió volver a su curul en el Senado.
La internacionalista Arlene Ramírez Uresti aseveró que la ahora exsecretaria “va al Senado con una misión”, la de aprovechar su capacidad negociadora para insertar iniciativas presidenciales.
“Puede ser un apalanque importante para poder aprovechar la capacidad negociadora que tiene y poder dar al Presidente no sólo más a su favor, sino también insertar temas que el Mandatario necesita concretar al término de su gobierno. Vimos que en la Comisión Permanente no se tuvo la certeza de la consulta, entonces el Jefe del Ejecutivo federal ve amenazada la mayoría que tenía estos años y ella puede ser una pieza estratégica para negociar y aglutinar a las fuerzas políticas en el Senado”, expresó.
Advirtió que Sánchez Cordero fungirá como freno para contrarrestar el control de Ricardo Monreal en el Senado “y evitar que se apropie de la Cámara Alta para impulsar su propia carrera presidencial”.
Los tres politólogos definieron la llegada de Adán Augusto a la Segob como inesperada, y coincidieron en que López Obrador sigue otorgando los cargos “con base en lealtades y no en capacidades”. Entre quiénes les hubiera gustado ver en la Segob, destacan Alejandro Encinas, Zoé Robledo, y Marcelo Ebrard.
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