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A Jorge Carlos Ramírez Marín (PRI) no le quita el sueño no ser nombrado aún presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Baja.

A pesar del impasse jurídico en que está sumida la Cámara Baja desde el viernes pasado, el yucateco hace su vida normal, está tranquilo y sereno, pues sabe que llegará el tan ansiado acuerdo.

Mientras tanto, aprovechará para seguir acudiendo a sus clases de box, las cuales lo obligan a madrugar y a otorgarle una hora de su día, “ahora entiendo muy bien porque [Connor] McGregor ya no levantaba los brazos después del quinto round”, bromea el priísta.

Ramírez Marín se autonombra un “optimista”. Así lo dijo ayer en la máxima tribuna del país, donde relató que ante cada situación difícil, siempre ve cómo sacar un aprendizaje. Es así, relata, porque cuando uno es pobre no le queda más que ver todo con buenos ojos.

Afirma que la transición de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados no es un asunto que esté en “sus manos” o de la fracción del PRI, toda vez que se trata de un tema político que requiere de acuerdo superiores.

El aspirante a la candidatura del PRI al gobierno de Yucatán dice que la petición de las bancadas del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano (MC), de garantizar que no habrá pase directo del procurador Raúl Cervantes a fiscal General es algo que el grupo parlamentario del PRI “no podemos dar” y que por ello, es indispensable buscar los consensos.

Argumenta que hasta ahora ha sostenido reuniones privadas con su coordinador parlamentario, el diputado César Camacho, y con algunos otros coordinadores que preguntan sobre las opciones que hay para instalar el órgano legislativo, sobre todo porque se trata de un tema político y no legislativo.

Ramírez asegura que no es la primera vez en que le toca ver que no se instala una Mesa Directiva, es la tercera para ser precisos, “dos veces yo como presidente”.

Una de ellas fue en 2010, cuando el PRD demandaba los turnos del tercer año legislativo, porque originalmente al sol azteca le tocaba el segundo y al PRI el tercero, “pero se modificó”, porque el tricolor decidió ir en el segundo, sin contemplar que en el último año, el PRD tendría la Mesa Directiva y la Junta de Coordinación Política.

“Ahí fueron cinco días los que duró el impasse”, detalla.

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