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Nadie pudo reclamar al presidente Andrés Manuel López Obrador ni la falta de vacunas contra el Covid-19 ni las medidas para reactivar la economía de los estados, nada. Fue un acto protocolario pactado que duró 30 minutos en el Salón Tesorería de Palacio Nacional para suscribir un acuerdo para que ni el Ejecutivo federal ni los gobernadores intervengan en las elecciones.
El INE, el árbitro electoral en los comicios más grandes en la historia del país, con más de 20 mil cargos en disputa, no fue invitado porque por la mañana se dijo que en el pasado “se hacía de la vista gorda con los fraudes electorales”. En contraste, flanquearon al Presidente la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez; el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval; el subsecretario de Marina, Eduardo Redondo, y el consejero Jurídico de Presidencia, Julio Scherer.
En primera fila estuvo el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca (PAN), quien es investigado por la FGR por la presunta comisión de los delitos de delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita y defraudación fiscal, y enfrenta un poceso de desafuero… ni él le reclamó al Presidente.
A escasos metros del tamaulipeco estaba su persecutor, el fiscal Alejandro Gertz, quien iba acompañado por el fiscal Especial contra Delitos Electorales, José Agustín Ortiz Pinchetti. No hubo roces, García Cabeza de Vaca se fue como llegó, en medio de una nube de cámaras.
López Obrador les habló de cómo el presidente Francisco I. Madero fue precursor de estos acuerdos por la democracia, que no se metía en las elecciones y les pidió que ellos hagan lo mismo en las próximas campañas.
Los únicos oradores fueron el Presidente, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; la presidenta de la Conago y gobernadora Claudia Pavlovich (PRI), y el fiscal Gertz y Ortiz Pinchetti… todos breves.
A la salida, el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, dijo que fue una reunión con intervenciones lacónicas, con un formato protocolario pactado previamente, donde no hubo ninguna intervención de los integrantes de la Alianza Federalista.
El gobernador independiente Jaime Rodríguez Calderón dijo que se iba contento porque Palacio Nacional “está muy bonito por dentro. El acuerdo es lo que dice la ley, pero la responsabilidad de la elección y el vigilante debe ser el INE, nosotros ayudaremos, obviamente.
—¿Confía en que el Presidente no interfiera?, —se le preguntó.
—“Pues depende, ustedes qué creen?”, —respondió.
Así, sin dar la palabra a los gobernadores, con intervenciones pactadas, pero sobre todo sin el INE, el Presidente y los gobernadores refrendaron que no meterán las manos en los próximos comicios… algo que ya ordena la ley.