La frontera con Estados Unidos vive una nueva realidad no sólo por la presencia del Covid-19, sino por la imposición estadounidense de enviar a territorio mexicano a los solicitantes de asilo en aquel país.

Carlos Mora Álvarez, exregidor de Tijuana, Baja California, considera que, aunque no se reconozca, México ante las leyes internacionales es tercer país seguro y ha asumido ese papel de manera correcta.

El también extitular del Consejo Estatal de Asuntos Migratorios fue nombrado por el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, como el encargado de organizar la celebración del Día Internacional del Migrante el 18 de diciembre próximo.

Para ello, giró la invitación al presidente Andrés Manuel López Obrador, a través del coordinador General de Gobierno y Política de la Presidencia, César Yáñez. Dice que tiene confirmada la participación de la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, y espera la presencia de funcionarios como el canciller Marcelo Ebrard y el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, entre otros.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Carlos Mora Álvarez considera significativo que el Día Internacional del Migrante se celebre en Tijuana, ciudad que —asevera— “es de migrantes y para migrantes”.

¿En qué lugar está el migrante hoy día?

—Curiosamente el tema migratorio fue tema electoral para el hoy presidente de Estados Unidos, [Donald Trump], fue una gran piñata la que golpeó un día [sí y al] otro, también. Estamos convencidos de que la visita del presidente López Obrador a Washington fue importante y sienta las bases, porque el tema migratorio no lo será en la campaña de Trump.

El presidente Trump entendió que molestar a más de 30 millones de extranjeros latinoamericanos no funciona, que puede significar un número importantísimo de votos para la posibilidad de su reelección.

La nueva realidad en la frontera sí tiene un reto muy particular; aunque no hemos querido reconocerlo, lo digo como un estudioso del tema, sí somos en realidad lo que ante las leyes internacionales se denomina tercer país seguro.

Hay en este momento un poco más de 50 mil extranjeros, particularmente hermanos salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, que están siendo recibidos por las autoridades de Estados Unidos, pero los números son apabullantes, hay poco menos de 300 jueces migratorios en la frontera que revisan un promedio de mil casos al año, hay un rezago de poco más de medio millón, sin que incluyamos los que se han generado en las últimas semanas.

¿México ha asumido correctamente ser tercer país seguro en los hechos?

—Sí, la Cancillería y el canciller Marcelo Ebrard han hecho una extraordinaria labor y [están] al pendiente.

¿Qué ha pasado con el fenómeno migratorio? Depende mucho del personaje, recuerdo a muchos. El último en la administración del presidente [Enrique] Peña Nieto fue Ardelio Vargas, quien aunque tiene una formación entre policiaca y militar, lo que hacíamos era decirle: “Maestro, véngase y vea lo que está pasando”, y nos entendía.

Hoy la gran virtud es que el canciller Ebrard Casaubon, junto con el subsecretario [de Derechos Humanos de la Segob], Alejandro Encinas, la ministra [y secretaria de Gobernación], Olga Sánchez Cordero, han hecho una gran labor en donde no están compitiendo por las medallas, sino por los resultados.

Más allá del eufemismo que se utiliza mucho en asuntos migratorios, de ser o no ser tercer país seguro, en la práctica está funcionando así. No se ciñen a los mecanismos documentales porque las excepciones son muy claras.

Un suceso continuo

¿Contener la migración es la respuesta?

—No hay forma, son seres humanos que dejan su casa, su familia, su carne, su sangre, su esencia, buscando una mejor oportunidad de vida. En este momento hay más de 250 millones que viven en un país distinto al que nacieron.

Es cierto que la gran meta es Estados Unidos, ha sido el gran receptor y anfitrión de la migración a nivel universal, sin importar qué presidente esté [en ese país]. México, por la cuestión geográfica, siempre será un gran paso.

No hay una medida de contención para la migración, es como pedirle a alguien que se limite a la zona de confort y no busque otras oportunidades, eso nunca va a suceder, la humanidad ha crecido con esas características.

Hay quien ve en el muro la solución.

—Más allá que puede parecer una broma de Trump, lo triste, lo grave, es el despilfarro de recursos que no resuelven el problema de ninguna manera. La frontera entre Estados Unidos y México, que llega casi a 3 mil kilómetros de largo, prácticamente está amurallada o está protegida en alrededor de 2 mil y hay otra que por condiciones geográficas no tiene muro. No importa si le pones el muro o no, hay muchas fórmulas para cruzar a la Unión Americana.

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