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Hace aproximadamente mil 670 días, Eduardo Medina Mora alzaba el brazo y rendía protesta como ministro de la Corte luego de cuatro horas de debate por su entronización, aunque, en ese momento, se le veía una expresión dura.
Ayer desaparecieron los mecanismos que le dieron sostén en aquella votación, con 83 cédulas a su favor del PRI, PAN y PVEM, o sea, sólo tres más que le aseguraron la toga de ministro.
Hasta en la desgracia le va mal, pues los coordinadores de las bancadas habían acordado aprobar la renuncia del otrora poderoso personaje, pero el PAN cavó más profunda la zanja en la que se le derrumba, al sospechar que renunció a cambio de impunidad.
La bancada de Morena, indignada, y al son de “no somos iguales”, forma fila para flagelar al ministro con una serie de descalificaciones. Lo que se planteó como votación de una renuncia toma acentos de enjuiciamiento.
Al final de un par de rondas de oradores, Ricardo Monreal, coordinador de Morena, explica que el ministro no puede ser enjuiciado en el Senado: “No sabemos qué se va a desencadenar en la Fiscalía General de la República”.
El hecho político que se decanta en enjuiciamiento genera una atmósfera pesada, de rostros severos, serios, de escabroso trayecto a la culminación del asunto.
En los posicionamientos hablan 20 oradores, ninguno a favor del ministro. El salón de sesiones, en modo de guillotina política, con una Morena acusadora, pasa una hora y 55 minutos entre señalamientos rigurosos de los senadores morenistas, el repudio de los panistas por algún pacto de impunidad oculto, las críticas al procedimiento de aceptación de la renuncia de parte de Movimiento Ciudadano y el casi silencio del PRI, una minoría que “calladita se ve más bonita”.
En el penúltimo turno, habla el priista Julio Zamora Gastélum, a quien le bastan estás palabras: “Yo no conozco al ministro Medina Mora y la razón por la que venimos es simplemente a decir, con toda claridad, que no juzguemos cosas que no conocemos”.
Así, el togado que pisó pasarelas del poder en Londres y Washing- ton, que vivió blindado en los sexenios del PRI y del PAN, quedó atrapado en la contracorriente de la Cuarta Transformación.
La tarde de ayer, con los astros en caos, nadie sale en su defensa en el pleno del Senado. A él mismo no le interesó exponer los motivos de su renuncia.
Severa, la senadora Martha Lucía Mícher, dice de Medina Mora, con especial vehemencia, que no sirve una gente que miente, roba y traiciona a la patria.
Emilio Álvarez Icaza recuerda que la resistencia social a la entronización en la Corte de Medina Mora, en su momento, levantó una ola de 60 mil firmas en contra y señala que el rechazo frustrado a que llegara a ministro dio origen al lema: “Ni Cuotas Ni Cuates”.
Así, queda entendido que Medina Mora se quedó sin cuates.