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Mónica Fernández Balboa
lidera el Senado con mano firme y sonriente. Es la timonel de este poder que se cimbra en estos días políticos, así sean de receso legislativo o sanitario, pero no es de mármol, ni de acero, y la vida y la muerte juntas le han pedido que hable de corazón.
Dice un discurso emotivo y por las circunstancias (la pandemia, cuidar no contagiar) tiene semicubierto el rostro con un cubrebocas.
"Yo tenía una rosa, y esa rosa --dice--, como todas las rosas era bella, era espléndida, era generosa, era inteligente, era amorosa, y lo único que hacía a su paso era darnos amor".
La presidenta del Senado deja salir emociones de amor, en la tribuna, en la presentación de una iniciativa de una materia que ha sido un gran motivo personal como legisladora, impulsar una reforma de prevención del suicidio.
"Esta rosa desde hace muchos años me decía que tenía todos en la vida, pero sin embargo, tenía en su corazón un deseo intenso de suicidarse", dice con dulzura.
Esta tabasqueña forjada para los huracanes políticos, aquí en la tribuna del Senado, que es --a veces-- escenario de choques de ideas, de protestas y hasta forcejeos que no la inhiben, dice un discursos que vivirá en su corazón.
"Esta flor va a tener apenas dos años de haberse ido, y una de las cosas que siempre me pidió era que hiciéramos algo con la gente como ella, y por las personas que no tenían acceso a un diagnóstico o a una mejor calidad de vida".
En el atril tiene una rosa roja, el símbolo de su amiga, y expresa el agradecimiento a mucha gente, instituciones y especialistas en prevención del suicidio que apoyaron la causa de dar tratamiento a esta enfermedad, que es abrir la puerta hacia la vida para muchas personas.
Pide a los presentes en el salón "brindar un minuto de silencio por mi rosa y por todas las rosas del mundo que han sido arranadas con este terrible mal".
Sus colegas de las ocho bancadas están unidos con ella, desde la elaboración de la propuesta de reformas, e incluso una mayoría de mujeres hablan sobre esta materia, pero desde la "exposición de motivos".
El contraste entre la tabasqueña de carácter fuerte y la que ha hablado emocionada ocurre luego de la medianoche de una sesión extraordinaria que empezó a las 14:20 horas del miércoles y acabará a las 4:35 horas del jueves.
La sesión extraordinaria, de cambio de régimen y en plena pandemia de coronavirus, todavía no nace y ya tiene unos dolores atravesados.
Fernández Balboa exige su lugar, en sentido de respeto y físico, debido a la presencia de la senadora panista Martha Cecilia Márquez Álvarado en el área de la mesa directiva con una protesta en una pancarta y voz muy fuerte.
"Los mexicanos están tomando las calles, yo el Senado", ha escrito en el pliego, en el que también pide el ingreso básico universal.
Ha irrumpido en el espacio de Fernández Balboa en la mesa directiva, de donde la tabasqueña se retira, y la panista se queda hora y media.
De retirada se le ha pedido a Márquez Alvarado que ofrezca una disculpa, pero lejos de ello dice que ella ha sido agredida por la senadora Antares Vázquez Alatorre, a quien le grita reclamos la panista Kenia López Rabadán: "Eres una abusiva".
Con ese preámbulo se abre la sesión y cuando ya es de madrugada, y ya ha transcurrido incluso la exposición solidaria sobre el suicidio, las bancadas empiezan a darse con todo por la corrupción, Lozoya, Odebrecht, y menciones a las licitaciones directas que gustan tanto en el actual gobierno.
Va a tribuna a defender la casa, Lucía Trasviña Waldenrath, morenista de Baja California Sur, de hablar modulado y dulce.
Mira y señala hacia los escaños del PRI y del PAN: "Muchos de ustedes llegaron comprando los votos, desparramando dinero lavado del crimen organizado. No nos hacemos pendejos, es la realidad, es la cruda realidad".
Trasviña tiene el tino de sacudir a la audiencia. "Nombres, nombres", le exigen en un vocerío que se vuelve inaudible en la señal de televisión.
El rostro de la senadora de Morena es inexpresivo, como cuando dijo a la oposición a la que otra vez alude: "No les tengo miedo, cabrones". Eso fue otra vez.
Doña Lucía dice que sabe por qué sus aludidos sin nombre están en el Senado sin interesarse el pueblo. "Están aquí para tener el fuero que los proteja".
El vocerío aumenta. Y les dice: "Lozoya es un testigo protegido, ya lo hubieran asesinado como asesinó a Colosio, Carlos Salinas de Gortari, y Carlos Salinas debe ir a la cárcel por el Fobaproa y por los crímenes que cometió", clama.
Y les advierte que "el pueblo quiere en la cárcel a los de cuello blanco, y aquí hay muchas y muchos bandidos, ratas, sátrapas, cínicos, sinvergüenzas.
Hay sesiones en que se tocan la vida y la muerte; el amor y el repudio; la solidaridad y el desprecio.
maot