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nacion@eluniversal.com.mx
Odebrecht es la mancha más grande que ha empañado la credibilidad del oficio público en México y todavía no hay una manera de reparar este hecho, asegura tajante Francisco Javier Acuña Llamas, comisionado presidente del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai).
En entrevista con EL UNIVERSAL, el comisionado recordó que el organismo autónomo que preside ha ordenado varias veces transparentar el caso Odebrecht, pero que ha sido el Poder Judicial el que “ha congelado las manos” para no dar a conocer ninguna información sobre el caso, como lo ordenó el instituto.
“Odebretch es una causa que merece prosecución, porque es la mancha más grande que ha empañado la credibilidad del oficio público en México. Ha sido la mancha más grande que ha tenido la democracia mexicana, y no, todavía no hay manera de reparar ese quebranto”.
Ante las críticas que ha habido por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre el Inai, el comisionado afirma que están esperando que les dé una fecha para conversar con él. De darse esta reunión, afirma que, junto con los seis comisionados restantes, le explicarán lo que hace el instituto y sus competencias.
En las instalaciones del organismo, ubicadas al sur de la Ciudad de México, Francisco Javier Acuña Llamas aplaudió el decreto del titular del Ejecutivo para abrir todos los archivos de espionaje político que realizaron la DFS y el Cisen, por lo que aseguró que el Inai apoyará al Archivo General de la Nación en lo que se requiera.
¿Cuál es su opinión acerca del caso Odebrecht, que se ha tratado en el instituto?
—Odebrecht es una causa que merece prosecución, porque es la mancha más grande que ha empañado la credibilidad del oficio público en México, la mancha mayor que ha tenido la democracia mexicana, y no ha habido manera de reparar ese quebranto todavía.
El Poder Judicial sí nos congeló las manos, a la Fiscalía General y a nosotros, al impedir que se dé a conocer alguna versión del caso. Por lo pronto, va a llevar meses, aunque no sabemos cuánto, que el juez de amparo resuelva en definitiva el asunto, entonces creemos que nos puede dar la razón, y en ese caso sí se tendrá que hacer lo que ordenamos.
Es muy importante una versión pública que explique qué ha pasado en el caso, cuántas diligencias se han practicado, si se interrumpieron, si ya no se verificaron actuaciones, diligencias, correspondencias con las instituciones y las autoridades del extranjero. El asunto está rodeado de mucho misterio.
Y es una pena para el Inai, que tiene competencias mucho más grandes que las que había cuando estaba el Ifai. También es una pena que la Fiscalía General se estrenara con una imposibilidad de proseguir en un asunto que debería considerarse como una prioridad máxima para el gobierno federal; incluso así lo dijo el Presidente cuando se refirió a la exigencia de la verdad en este caso.
¿Qué se puede hacer?
—No podemos hacer nada. Si el fiscal General realmente quisiera, podría ya turnar a otro fiscal, a otro agente ministerial, el expediente para que cumpla con lo que el Inai le estableció. La agente ministerial que llevaba el caso se amparó contra la orden del Inai, y eso puede remediarse hasta que el juez resuelva en definitiva.
Aquí, en este caso, el problema es que el Poder Judicial nos paraliza, nos congela la actuación.
Ha habido críticas por parte del Presidente hacia el Inai. ¿Hay una relación interrumpida con el Ejecutivo?
—Desde un primer momento hemos tenido muy buena conversación y actuación con las instituciones de su gobierno, con la secretaría de Gobernación, por ejemplo. Ha venido a la institución un número importante de sus colaboradores; es decir, no hay una relación interrumpida ni falta de conversación. Nos ha faltado saludarlo directamente, pero es un ejercicio que es más importante que urgente.
¿Tienen respuesta sobre la fecha en que podría darse la reunión?
—Todavía no nos han dado la fecha. Vamos a esperar, porque sabemos que la agenda del Presidente está colmada de compromisos tanto en la Ciudad de México como fuera, pero repito: más que urgente, es muy importante ese encuentro.
¿Qué le van a decir?
—Aclarar situaciones, explicarle lo que hacemos, , compartirle que queremos perfeccionar la agenda de acompañamiento.
El Inai es un apoyo para autoridades y para las demás instituciones.
¿Cuál es su opinión sobre el anuncio de apertura de expedientes de aparatos de inteligencia?
—Vemos con mucho respeto una acción que tiene como objetivo dejar atrás esa ominosa etapa de persecución silenciosa y traicionera que hacía el gobierno a través de aparatos de inteligencia y policías; de hecho, no todos los que fueron vigilados eran opositores o contrarios al régimen, sino personas famosas; otros incluso eran integrantes del propio sistema de gobierno y también se les seguía. Naturalmente, eso genera una información que es delicadísima.
Desde luego que el Inai tendrá que jugar un papel relevante en este asunto y acompañará a la Secretaría de Gobernación y a quienes crean que es conveniente que se haga una evaluación del tipo de información y de los riesgos que exige o que entraña el que se pueda revelar parcial o totalmente esa información.
En principio lo que se me ocurre es que seguramente se va a tener que acudir a la figura de versiones públicas, pero éstas tienen que verse conforme a la ley. En el caso del 68, abrimos información de 50 años atrás; sin embargo, son datos muy recientes.
¿En qué puede ayudar o perjudicar la desclasificación de toda esa información?
—En un primer lugar, oxigena procedimientos indebidos, como el espionaje y todo lo que se recolectó de él, como las vidas privadas de aquellos que fueron espiados o perseguidos políticamente para tener algo con qué chantajearlos y eventualmente amenazarlos, intimidarlos, controlarlos. Todo eso es ominoso, clandestino.
Esos documentos son un monumento a la impunidad de un régimen autoritario, pero también son un monumento a la no repetición: nunca más debe volver a suceder esto en ningún lado del mundo.
Estos materiales son una manifestación lamentable de un estilo de gobernar persecutorio, que se metía en la cama de las personas, en las venas, en las conversaciones, fueran o no políticas. Era completamente indebido, clandestino, indeseable, inaceptable.
¿El Inai va a dar su apoyo?
—Tiene que ofrecer su capacidad como máxima institución en protección de datos personales.