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Guadalajara, Jal.— El federalismo mexicano está en crisis y las soluciones se deben buscar desde las regiones, de manera que incluso la reflexión para dar eficacia al modelo de gobierno llegue al centro desde la periferia, coincidieron en señalar académicos, editores de periódicos y legisladores.
Bajo la conducción del académico Ricardo Raphael, especialistas y legisladores abordaron la materia del federalismo, que tiene expresiones en las distintas ramas de acción de los gobiernos federal, estatal y municipal, y expresaron la importancia de que las propuestas que se generen lleguen al Poder Legislativo en forma de iniciativas de ley y reformas.
Reconocieron que a lo largo de las décadas y como reflejo de la influencia del Presidente de la República en turno, el artículo 73 constitucional abultó las facultades exclusivas del Congreso, en detrimento de las competencias de las entidades federativas.
El coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, afirmó que el presidente Andrés Manuel López Obrador es federalista y ante el ejercicio de revisión del federalismo tendrá acciones acordes con la decisión de convertir en iniciativas las propuestas de reformas que busquen fortalecer las competencias de estados y municipios.
A su vez, el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado, Fernando Ramírez Aguilar (Morena), en debate con el coordinador de los diputados federales de Movimiento Ciudadano (MC), Tonatiuh Bravo Padilla, sostuvo que la Guardia Nacional y la reforma educativa son federalistas.
El primer foro El Federalismo desde las Competencias Regionales se llevó a cabo en el Conjunto de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara, convocado por los Periódicos Asociados en Red (PAR), de los que forma parte EL UNIVERSAL.
El diputado federal Tonatiuh Bravo Padilla citó casos que ejemplifican los problemas de confusión de competencias de autoridades, como lo es la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en el que durante tres días no quedó claro si se trataba de un asunto federal, estatal o municipal.
Ricardo Raphael afirmó que “esta es una época histórica, porque el país llegó a un punto de cansancio frente al mal funcionamiento de las instituciones que está provocando cambios importantes. Hay expectativa de poder modificar lo que no está funcionando, como el federalismo”.
El senador Eduardo Ramírez Aguilar sostuvo que el presidente Andrés Manuel López Obrador es federalista, como lo refleja que se extiendan estímulos fiscales en determinadas regiones. “Eso es hacer federalismo y se puede esperar una etapa en la que el Congreso devuelva a los estados múltiples competencias que la Constitución les niega”.
Jorge Verea Saracho, directivo de El Informador, se refirió al federalismo hacendario, en cuya dinámica se ha fortalecido al gobierno federal sobre los estados y municipios, y lamentó posturas que indican como complejo realizar en el corto plazo una reforma al Sistema de Coordinación Fiscal, el cual se debe refundar, dijo.
Teresa González Luna, profesora investigadora de la UdeG, al participar en torno al tema del federalismo electoral dijo que los partidos políticos pugnan por nuevos arreglos institucionales. De suyo, el modelo de competencia por el poder es federalista.
Se pronunció por la acción de desmontar capacidades que se han concentrado en la Federación y desarrollarlas en los estados.
Alfonso Hernández Valdez, investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), dijo que con el actual federalismo “vemos gobiernos, no vemos problemas”, y para dar eficacia al modelo, planteó que se trata de que se instituyan jurisdicciones de atención específica de asuntos.
De esta manera las jurisdicciones tendrían campo de acción sin las fronteras de lo federal, estatal o municipal, en cuya dinámica hoy se confunden las autoridades. Esta alternativa es de uso exitoso en países europeos, señaló.
Francisco Valdés Ugalde, investigador de la UNAM, explicó que por desconfianza política la Constitución acumula reformas con contenidos de jerarquía de leyes, y lo que se tiene ahora es una especie de “metástasis constitucional” y el tamaño de la Carta Magna “es aberrante”.