En medio de aplausos para una y abucheos para otro, Morena celebró que hace tres años ganó la Presidencia de la República.
No pasó inadvertido que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, fue la más aplaudida y respaldada con gritos que coreaban: “¡Presidenta, presidenta, presidenta!”.
Sheinbaum Pardo ganó el aplausómetro desde su llegada. Ataviada con un traje sastre de falda color rojo encendido, pronunció un discurso en un silencio absoluto que se interrumpió por momentos con aplausos y gritos.
Reconoció que el resultado electoral adverso en la Ciudad de México contra Morena se debió a un exceso de confianza y a la falta de unidad.
“Aquí en la Ciudad se ensañaron con una campaña sucia de desprestigio que fue calando en algunos sectores de la población, que fueron convencidos con mentiras y calumnias, pero también hay que decir que hubo un exceso de confianza y falta de unidad, así como diversos factores externos fueron generando y provocando el resultado electoral”, justificó la morenista.
Sin embargo, si se contabiliza la fuerza de Morena, ganó 75% de las casillas electorales: “Vale la pena mencionar que si se contabiliza por la fuerza de cada partido, Morena en la Ciudad ganó 75% de las casillas, es decir, sigue siendo indiscutiblemente la fuerza mayoritaria de la Ciudad de México, por eso estoy convencida de que este resultado no se sostendrá por mucho tiempo, porque la mentira y el engaño están condenados siempre al fracaso”, dijo.
Entre aplausos, subrayó que en la capital del país no se sostendrá por mucho la mentira y el engaño, acciones que están condenadas al fracaso: “Tenemos bien puesta la convicción de la esperanza”, mencionó.
Resaltó que la Cuarta Transformación es una nueva forma de gobernar, sin privilegios, sin corrupción y con disciplina. Morena ganó 11 gubernaturas, y si perdió en la Ciudad de México fue por falta de unidad, insistió.
Silban a Mario Delgado
Ese apoyo contrastó con los silbidos y abucheos que recibió el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, quien fue respaldado por los invitados el presídium, entre ellos Sheinbaum Pardo, que se colocaron detrás del morenista.
El partido no puede fallar, el enemigo está afuera y hacia adentro es necesaria una transformación y unidad para así mantener el rumbo, exclamó.
Tocó el turno de cerrar la ronda de discursos al dirigente nacional, quien llegó al micrófono en medio de una rechifla. Apenas minuto y medio de discurso y ante los abucheos, todos los integrantes del presídium decidieron levantarse de sus asientos y colocarse atrás del dirigente nacional, en franco respaldo.
Desde la tribuna también se empezó a organizar la porra para Delgado Carrillo, quien evadió la rechifla con un tono fuerte.
Testigos de ello fueron el vocero de la Presidencia, Jesús Ranírez; la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez; el director del IMSS, Zoé Robledo, y la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, entre otros.
“Como dirigente nacional de Morena les invito a que tengamos un proceso de reorganización fraterno, solidario y ejemplar”, subrayó Delgado Carrillo.
No pudo terminar el discurso en silencio. Fueron cinco pausas que hizo para recibir aplausos que se perdieron entre la rechifla y los gritos de reclamo.
Al final, entró de inmediato la pista musical con la canción de Morena y se soltó una ráfaga de papeles de color blanco y guinda. Los del esecenario principal se tomaron las manos y las alzaron en señal de victoria, lo que dio pie a las fotografías.
Entonces entró la entonación del Himno Nacional.
La fiesta fue en el Auditorio Nacional en la capital del país. Al viejo estilo de la política mexicana se convocó a un festejo en torno a una figura: la del Presidente de la República, aunque él estuvo ausente.
Al lugar llegaron secretarias y secretarios de Estado, gobernadores en funciones y electos; legisladores actuales y próximmente en funciones, además de militantes y simpatizantes.
El Auditorio Nacional es un espacio en el que pueden entrar 10 mil personas, aunque en esta ocasión se permitió solamente el acceso a 5 mil por la “sana distancia”, pero ésta se perdió.
El festejo estuvo amenizado por la cantante y senadora Susana Harp; el ensamble veracruzano de Zenén Zeferino y el Sonoro Sueño; la Banda Sinfónica de Tlaxiaco, Oaxaca, y la actriz y cantante Regina Orozco.