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Dos años antes de las elecciones presidenciales de 2006, Emilio Lozoya Austin, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), adelantó en su tesis de Licenciatura en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que ese proceso electoral sería “muy reñido” y que el resultado del ganador sería muy inferior a 50% de los votos, por lo que propuso que se implementara la segunda vuelta.
En su trabajo recepcional el exfuncionario involucrado en el escándalo Odebrecht aseguraba que en México había “una fuerte demanda democrática exigida por la ciudadanía” y criticaba que, a pesar de los avances en el país, subsistían prácticas más parecidas a “esquemas oligárquicos” que democráticas.
EL UNIVERSAL tuvo acceso a la tesis del ahora detenido en España por presuntos actos de corrupción y lavado de dinero, la cual presentó para obtener el grado de Licenciado en Derecho el 24 de mayo de 2004, y donde proponía reformar los artículos 81 y 99 de la Constitución para establecer la segunda vuelta en la elección presidencial.
La tesis del extitular de Pemex tiene 159 hojas y fue asesorada por el académico de la Facultad de Derecho, Javier Romo Michaud.
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“En el contexto de las próximas elecciones presidenciales de 2006, se puede esperar que sean muy reñidas entre los candidatos de los tres partidos políticos presidenciales, condición que podría desembocar en la victoria de alguno de ellos con un porcentaje muy inferior a 50% de los votos válido.
“En este supuesto, tendríamos una Presidencia sin el respaldo popular necesario para el cabal desempeño de sus funciones”, escribió.
Lozoya Austin aseguraba en la tesis Antinomia de los valores pluralidad ideológica y legitimidad del poder: caso concreto ballotage o segunda vuelta electoral que México no puede confundirse con una democracia en la actualidad.
“A pesar de que se han logrado pasos importantes para una consolidación democrática, especialmente en el plano electoral, subsiste un sinnúmero de prácticas políticas que se acercan más a sistemas oligárquicos que a esquemas democráticos.
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“Ciertamente no se puede avanzar a pasos agigantados. El país que hoy tenemos ha costado mucho en construirse. En las últimas décadas hubo avances que permitieron que México dejara de ser un país autoritario y se pudiera concretar la reforma electoral y comenzará la transición”, detalló.
Lozoya Austin decía que si las elecciones de 2006 —en las que Felipe Calderón obtuvo la Presidencia frente al ahora mandatario Andrés Manuel López Obrador— resultaban con un voto muy fragmentado, el candidato ganador “muy probablemente tenga de nueva cuenta un Congreso en el cual no tenga una mayoría absoluta y, de nueva cuenta, el país experimente mínimos avances por falta de reformas que posibiliten el crecimiento económico y que fortalezcan las instituciones”.
Lozoya precisó en su texto que lograr una legitimidad a toda prueba “no es fácil”, ya que en la medida en que un sistema político-electoral se abre a todas las corrientes que representan a los diversos sectores sociales, “se vuelve más difícil obtener una elevada uniformidad en la convicción popular en torno a un partido político o candidato en particular”.
En su propuesta de reforma constitucional, el exfuncionario proponía la adjudicación del triunfo electoral de la elección presidencial a aquel candidato que obtenga la mayoría absoluta en la elección, es decir, el que gane por lo menos la mitad más uno de los votos emitidos.
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“En tanto que se aplicaría la segunda vuelta electoral en el caso en que ningún candidato obtuviera la mayoría absoluta, pero además que la diferencia entre las votaciones de los dos candidatos con más alta votación es menor a cinco puntos porcentuales”, comentó.
Según Lozoya Austin, solamente ante el supuesto de un resultado electoral tan cerrado “es cuando se propone que esos dos candidatos con mayor número de sufragios obtenidos acudan a una segunda consulta electoral”.