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Ayala, Mor.—
El presidente Andrés Manuel López Obrador enfrentó su primera protesta del año en la cuna del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata.
En Anenecuilco, integrantes de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), entre ellos Jorge Zapata, nieto del general revolucionario, esperaban al Mandatario desde temprano para reclamar lo que consideraron un abandono de sus ideales.
Empuñando banderas verdes, los campesinos reclamaron al Titular del Ejecutivo que se mantenga la exposición de Emiliano Zapata feminizado en Bellas Artes, la construcción de la termoeléctrica de la Huexca y que no se aclare el asesinato del activista Samir Flores, opositor a esta obra.
“¡Cumpla con su palabra! ¡No que primero los pobres! “¡Cumple Obrador!”, gritaron al Jefe del Ejecutivo federal al momento que descendió de la camioneta en el Centro Cívico de Anenecuilco.
Rodeado por su Ayudantía, que encabeza Daniel Asaf, el Presidente caminó y se abrió paso entre esa lluvia de reclamos, mientras de propia mano y sin apresurarse, recibía sobres con peticiones de los habitantes de la zona.
A lo lejos parecía que la turba tiraba al Mandatario, pero nunca lo tocaron en su trayecto de 50 metros hasta la cancha de futbol donde dio su mensaje.
En el momento más ríspido de la protesta, un grupo golpeó por la espalda a Asaf, quien con su cuerpo soportaba los empujones: “Retire la pintura de Bellas Artes”, gritó un manifestante cerca del rostro del Presidente de la República.
Una vez que el Mandatario y su comitiva pasaron las vallas de seguridad, los inconformes trataron de derribar el cerco, pero del otro lado enfrentaron la fuerza de agentes de la secretaria de Seguridad Pública local vestidos de civil.
Entre gritos y jaloneos, uno de los oficiales cruzó palabras con un integrante de la UNTA, que empujaba con fuerza para derribar las vallas metálicas.
Ambos se miraron y el muchacho con corte de pelo militar dirigió su mano derecha hacia una mochila colgada al pecho y sacó una pistola escuadra color negra, con la que amagó a su rival.
“Trae una arma, trae un arma”, gritaron los manifestantes y enseguida otros elementos, aparentemente militares, rodearon al joven que había exhibido su arma de cargo y lo sometieron.
“Déjenme, déjenme. Soy de un grupo especial, soy de un grupo especial”, gritó, pero entre tres hombres lo despojaron del arma y le ordenaron que saliera del lugar.
López Obrador no vio el altercado y arengó: “Si Zapata viviera con nosotros estuviera”. El Presidente ya no regresó por el mismo camino. Lo sacaron por unos cañaverales para librar la protesta que lo esperaba en el zócalo de Anencuilco.