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nacion@eluniversal.com.mx
El senador Manuel Velasco Coello está de regreso en el escaño, justo a un año de que tomó licencia en uno de los primeros momentos críticos de la 64 Legislatura, que a estas alturas está colmada de pleitos y confrontaciones que forman una corona de espinas que hiere a todos.
A este cráter de las pasiones políticas que es el salón de sesiones del Senado, regresa con expresión mesurada y calma permanente incluso en la discusión que entabla con el priista Manuel Añorve.
De visita en la bancada del PRI, Velasco dice que en los temas importantes está la revocación de mandato, mientras que su amigo Añorve señala que no lo acepta, porque es reelección para el presidente López Obrador.
“No, tocayo, tranquilo”, dice el senador Velasco. Están casi en el centro de la gran sala decorada con banderitas nacionales en cada espacio. “Tranquilo”, ha dicho, y sonríen y se echan el brazo a los hombros. Discrepan a gusto.
Con voz enfática, Añorve revira: “Si tiene plumas y camina como ganso, es ganso, y la revocación, ¡es reelección presidencial!”.
Su interlocutor devuelve: “No coincidimos, tocayo. Es compromiso de campaña de Andrés Manuel, quien tiene el valor de someter su mandato a evaluación”.
Entre escaños, Velasco tiene recibimiento de hijo pródigo. Abrazos, fotos, parabienes, un ambiente general de aprecio que todavía recibe a Juan Zepeda, dado de alta otra vez el martes pasado.
Senado de los extremos. Ni parece que allí hubo tantas horas de confrontación durante los 12 meses pasados. Ni cómo imaginar que pronto puedan venir peleas con ácido en las palabras.
Es la segunda sesión del periodo ordinario, las senadoras han dado el paso adelante y desde el primer momento dominan la escena.
La presidenta del Senado, Mónica Fernández Balboa, abre la sesión y un puñado de senadoras alzan la mano, dan seña de pedir la palabra, impacientes. La situación es clara: las mujeres traen más impulso que los hombres.
Les interesan asuntos relevantes, como el Congreso de Quintana Roo, la crisis institucional y de seguridad de Veracruz, la misoginia del exjefe de autodefensas y funcionario de la Cuarta Transformación, José Manuel Mireles.
Hay que oír la exigencia de la Cámara Alta en expresión femenina. Son las mismas con los mismos, pero el contexto es otro: las mujeres dan la palabra a senadoras más activas que los legisladores.
Ahora tienen parte en el ejercicio del poder. La mayoría tiene de lema que los suyos harán historia, y con todo, esta tarde es de esas que anuncian el porvenir y todos aportan a ello.