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juan.arvizu@eluniversal.com.mx
En el Senado se impone el más fuerte y también la habilidad de las fracciones parlamentarias en las negociaciones con sus pares, dice el coordinador de la bancada del PRD, Luis Sánchez Jiménez, y casi seis años después de trabajos de las Legislaturas 62 y 63, afirma que la Cámara Alta desarrolló “muy buen trabajo parlamentario”, aun cuando el PRI nada hacía que no tuviera el aval de Los Pinos.
Dice que el Presidente de la República es el gran legislador en el Senado, donde “los intereses económicos también pesan”, y por el contrario, “también escuchamos a las organizaciones de la sociedad civil, que tenían razón en muchas cosas”.
La bancada perredista original de 22 integrantes se redujo a siete, por un éxodo que tuvo como pivote el proceso electoral, dice. Los que se fueron “iban por candidaturas que la inmensa mayoría no tuvo”, señala Sánchez Jiménez y sostiene que su grupo lo que hizo fue “trabajar tan intensamente como desde el principio” para seguir los temas de su agenda legislativa.
Sánchez Jiménez se deslinda del Pacto por México que, dice, fue convenido por la dirigencia de Nueva Izquierda, “a lo que nos opusimos el resto de las corrientes”.
Responsabiliza a Andrés Manuel López Obrador de la ruptura del PRD en el Senado. “Señalábamos el autoritarismo de su proyecto, Miguel Barbosa y yo, pero [el poblano] cambió de parecer y jaló parte de la bancada para allá [al PT]”.
Entrevistado en su oficina del Senado, Sánchez Jiménez destaca las alianzas legislativas del PRD con el PAN, y las califica como normales en un parlamento, entre derecha e izquierda y centro. Está de acuerdo en que la Junta de Coordinación Política (Jucopo), uno de los dos órganos de gobierno de la Cámara Alta, trabaje a puerta cerrada, ya que “sus actas son públicas”.
Aunque lo legislado “es muy bueno”, Luis Sánchez Jiménez dice que el Senado debe tener un mecanismo para revisar el efecto de las leyes que aprueba, además de que hay una gran deuda porque los faltantes son muy importantes. En estos seis años, “se perdieron amigos, pero en el balance, gané más de los que perdí”, dice.
¿Cambió Luis Sánchez Jiménez en estos años?
—Hay un Luis Sánchez al entrar y otro al salir. Llegamos con expectativas, con intenciones de incidir en el trabajo legislativo, y se han ido cumpliendo. Uno crece en el sentido intelectual, madura las ideas políticas. En el Senado ya no es tanto el escándalo, es la reflexión, la propuesta, el debate.
¿En el primer tercio senatorial impulsaron el Pacto por México, después lo abandonaron?
—Nueva Izquierda hizo la negociación. El resto de las corrientes nos opusimos y las reformas las votamos en contra.
¿Cómo fue el rompimiento en la bancada del PRD?
—Dos semanas antes [Miguel] Barbosa y yo sosteníamos la idea de que Andrés Manuel [López Obrador] en su autoritarismo llevaba su proyecto de manera que no coincidíamos. ¿Que sucedió? Después salió a decir que coincidía con López Obrador. Sabían que en el PRD, muy probablemente, no tendrían una candidatura, por su distanciamiento de la gente de Nueva Izquierda. Ese es el motivo de fondo, nada de principios.
¿Qué enseñanza deja esta discordia con López Obrador?
—Yo fui uno de los promotores de la reunificación de las izquierdas. Firmé tres cartas dirigidas a Andrés Manuel, pidiéndole que nuestras diferencias no podrían estar más allá de los intereses de la nación. Jamás tuvimos respuesta. Nada.
¿La incorporación del PRD a la coalición Por México al Frente contaminó el trabajo aquí? ¿Entró la temática electoral de Ricardo Anaya a los espacios del Senado?
—Sí. El proceso electoral ha contaminado las relaciones en el Senado de la República. Es obvio.
Las contiendas inciden en el trabajo, incluso en la elaboración o no de las leyes. Tenemos ejemplos, como la ley Meade, como [los priístas] llamaron a acabar con el fuero.
La rivalidad entre nosotros y PT, Morena se vio mayormente en las discusiones. Tuvimos varios diferendos, yo personalmente con Manuel Bartlett, que no cumplía su palabra.
¿Ustedes tuvieron buenos acuerdo con Acción Nacional en las últimas semanas en el marco de Por México al Frente?
—Sí, y antes, en el primer año electoral tuvimos un acuerdo con el PAN para parar al PRI en las pretensiones que tenían. PAN, PT y PRD, en el tema del fiscal de Delitos Electorales, Santiago Nieto Castillo, que lo habían despedido, hubo unidad de los tres partidos.
¿A casi seis años de conocer el Senado, satisface cómo opera?
—Las leyes para el funcionamiento del Senado garantizan que el trabajo sea adecuado, que se haga trabajo intenso, que haya acuerdos. El tema es la voluntad de las personas.
El Presidente de la República es el gran legislador. No hay ley que no salga si no es por su voluntad; es de voluntad política que se puedan hacer buenas o malas leyes y no [depende] de las reglas del Senado.
Los intereses económicos también pesan aquí. Algunas de las leyes se hicieron pensando en intereses económicos, como la legislación de la reforma en materia de telecomunicaciones, tiene que ver con proteger a ciertas empresas. Hay incidencia en positivo o negativo de otras personas que no son legisladores.
¿Sostiene que PRI y PT negociaron dos comisionados del INAI?
—Nosotros y el PAN coincidíamos en que tenían que ser dos mujeres, no debían tener filia partidista, que debieran ser los mejores perfiles.
El PRI tenía necesidad de llevar a Alberto Bonnin. Dijimos que no. Es hombre, funcionario y cercano al PRI. El PRI fue a negociar con PT.
¿A cambio de qué accedió el PT?
—Habrá habido un intercambio, por supuesto que sí. Se negoció apoyo, una vez que estén en el cargo. Si sale una solicitud de información de alguien, lo van a proteger. Eso se puede negociar, [aunque] no tengo elementos para afirmarlo.