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Luis Ballesteros llegó a la Cámara de Diputados hace casi 24 años. La necesidad de llevar unas monedas a su casa lo obligó a buscar un empleo y lo consiguió como guardia de seguridad en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

En 1994 se inauguró el Museo Legislativo de la Cámara de Diputados y sus jefes lo comisionaron, recuerda Ballesteros, para ser guardia de seguridad en esa área.

A pesar de que Luis no tuvo una preparación académica como historiador o intelectual, las necesidades del público que visitaba el Museo Legislativo por conocer más detalles de la historia de México y sobre todo de la Cámara de Diputados, lo obligaron a estudiar y a conocer sus entrañas.

Desde hace cuatro años es uno de los “guías legislativos” más reconocidos de San Lázaro por sus conocimientos, su lenguaje fluido y su trato.

Luis atiende en días de sesión en los periodos ordinarios hasta 400 personas que visitan la Cámara de Diputados con el objetivo de conocer sus instalaciones, su historia y, ¿por qué no?, a los propios legisladores.

Su labor es mostrar y explicar a los visitantes todos los rincones y lugares no conocidos, porque aquí, dice, “no todo son diputados y leyes”.

La leyenda negra...

En los recorridos no faltan reclamos a legisladores, caras de asombro al conocer el salón de plenos o evitar que se sienten en alguna curul por la leyenda que dice que si lo hacen, la persona quedará salada y jamás llegará a ser diputado federal o tener algún cargo de elección popular.

En un día normal, Luis muestra la fachada principal de la Cámara de Diputados, que es mejor conocida como Frontispicio, en donde se encuentra el mural de José Chávez Morado con el título: Pluralismo Político.

En el vestíbulo se encuentra otro mural de Adolfo Mexiac, tallado en madera de caoba y que representa los movimientos sociales durante el siglo XIX y los 10 primero años del siglo XX, pasando por aspectos de la guerra sucia, el sismo de 1985 y hasta el incendio en San Lázaro que dañó el salón de plenos.

Hay otro mural en el Edificio E, México a través de su vida constitucionalista. El último y más reciente fue colocado en la plaza principal, elaborado en bronce y que le da nombre a la Plaza de Constituyentes de 1917 y representa al Congreso que se encargó de elaborar las leyes que nos rigen actualmente.

El Palacio Legislativo fue construido hace 36 años a iniciativa del presidente José López Portillo, el 1 de septiembre de 1981, pero muchos mexicanos no saben por qué se construyó en San Lázaro la Cámara de Diputados. Luis Ballesteros explica que era para formar un triángulo entre la relación de los Poderes de la Unión con el Palacio Nacional (Ejecutivo), la Suprema Corte de Justicia de la Nación (jueces y magistrados) y el propio Palacio Legislativo (diputados y senadores).

La idea de José López Portillo era que todos los 1 de septiembre, en el informe de gobierno del titular del Ejecutivo, el presidente de la República en turno saliera caminando de Palacio Nacional y caminara por toda la calle de Corregidora, aproximadamente nueve calles en 20 minutos, e ingresara a la Cámara de Diputados por el acceso del Frontispicio.

Sin embargo, esta idea fue modificada y el presidente de la República salió por las puertas principales de Palacio Nacional en su coche, le dio la vuelta a la plancha del Zócalo. Salió sobre 20 de Noviembre a Fray Servando hasta Congreso de la Unión para llegar a la Cámara de Diputados y rendir su informe.

Sobre los terrenos en los que hoy se encuentra la Cámara de Diputados estaban los Ferrocarriles Nacionales, con bodegas y una estación de tren, instalaciones inauguradas en 1878 por el presidente Porfirio Díaz. Este enorme predio marcaba el límite de la Ciudad de México. Era un punto estratégico, debido a que llegaban productos de importación y exportación.

Por un decreto presidencial, el terreno de los Ferrocarriles Nacionales fue expropiado en 15 hectáreas y el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez fue el encargado de construir la Cámara de Diputados. También edificó otros inmuebles importantes, como el Museo de Antropología e Historia, el Estadio Azteca y la Basílica de Guadalupe, entre otros.

Se van con otra idea

En los recorridos, los grupos tienen la fortuna de encontrarse a legisladores y ellos se acercan a saludarlos, sobre todo cuando son más reconocidos porque aparecen en los medios de comunicación.

“Puede haber un reclamo en broma o sentirse ante un artista de televisión que encontramos de manera cotidiana en los medios. Piensan que los diputados son inaccesibles, pero sí, muchos legisladores, en su mayoría, tienden a encontrarse con los grupos y es muy reconocido saludarlos, como César Camacho (PRI), Jesús Zambrano (PRD), Guadalupe Murguía (PAN), Javier Bolaños (PAN)”, detalla.

Luis dice que hay visitantes que llegan a la Cámara de Diputados molestos y enojados con los legisladores por las malas referencias que hay de ellos, pero al conocer más de cerca su labor, “se van con otra idea”.

“Muchas veces hemos contado con público enojado, pero que al entender que todo lo que ocurre aquí también nos compete a nosotros y es asumir esa responsabilidad como actores de esta sociedad, se van con otra idea. Llegan enojados, pero se van con otra idea diferente, los diputados y senadores, son personajes que nosotros elegimos como sociedad y nosotros también somos partícipes de lo que ocurre aquí a la hora de elegir a nuestros representantes”, describe Luis.

EL UNIVERSAL, presente

El periódico EL UNIVERSAL está presente en los pasillos de la Cámara de Diputados. Esto, debido a que donó hace 31 años la rotativa con la que se imprimió la primera Constitución de 1917 a la Cámara de Diputados y la cual es exhibida en la explanada principal de San Lázaro.

“No pasa de noche, al contrario, es un elemento que forma parte del patrimonio cultural y que llama la atención y preguntan: ‘¿Qué hace una imprenta en la Cámara de Diputados?’”, y conocer lo que sucedió ahí les despierta el interés a los visitantes”, relata Luis Ballesteros.

Recuerda que, después de que fue donada por El Gran Diario de México, la rotativa estaba situada muy cerca de la Puerta 4, que da a Congreso de la Unión, pero hubo una preocupación por conservar la rotativa y se aprovecha la inauguración del Edificio C junto con su Biblioteca y Museo para colocarla en ese pasillo al interior de la Cámara Baja.

El pleno que impresiona...

La palabra que utiliza la mayoría de los visitantes al concluir el recorrido es “impresionante”. Como último punto del recorrido, se deja el salón de plenos, la última aduana de una ley para que sea aprobada.

“Cuando ingresan al salón de sesiones, en el área de galería, se llevan una impresión, no sólo en el rostro, en los movimientos que hacen, son de asombro, porque sí es impresionante”, explica Ballesteros.

La Cámara de Diputados, además de ser un gran inmueble histórico, sus muros, edificios, murales y símbolos, entre otros, tienen historia y vida, como cuando un joven estudiante de bachillerato quedó sorprendido cuando se le explicó que en la fachada principal de la Cámara de Diputados están los tres colores de la bandera:

El verde, a través del bronce con el que se forjaron el gran Escudo Nacional —que mide 10 metros de diámetro— y el enorme mural de Chávez Morado. El blanco quedaba plasmado en las franjas de mármol, y el rojo, en el cálido tezontle de los muros.

De las anécdotas, hay muchas, acepta el guía. Recuerda la historia de un estudiante de Derecho que visitó la Cámara de Diputados hace algunos años y dijo que en aquella ocasión acudía como visitante, pero se prometió que volvería como legislador, “y yo voy a ser diputado federal y voy a regresar aquí como eso”, dijo.

Una parte importante del recorrido es cuando a los visitantes tienen acceso al Salón Legisladores, que es una réplica en pequeño del pleno de la Cámara de Diputados.

Aquí hay también curules (sillas donde se sientan los diputados en las sesiones) y donde los asistentes pueden sentarse y sentir la experiencia de estar en una de ellas, pero hay una advertencia y se les pregunta:

“‘¿Alguno de ustedes tiene pretensiones políticas para ser diputado?’ Y siempre hay alguno que contesta que sí. Entonces se les dice, aquella leyenda… ‘Pues no se sienten en las curules, porque si lo hacen antes de serlo, se sala, se quedan quemados y nunca van a llegar a ningún cargo político’, entonces la gente reniega porque se querían sentar… pero ya no lo hacen”.

Para programar una visita se tiene que ingresar a la página de internet de la Cámara de Diputados (www.diputados.gob.mx) y en el apartado de Museo Legislativo se hace la solicitud en un oficio dirigido al director de esta instancia. No tiene ningún costo la visita. Los horarios de trabajo son de las 10 de la mañana y hasta las 17:00 horas, los grupos pueden ser desde las cinco y hasta 70 personas. La tradición de las visitas guías se trae desde la antigua sede de la Cámara de Diputados en la calle de Donceles, en el Centro de la capital del país.

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