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Pese a sus contradicciones y propuestas vagas, Andrés Manuel López Obrador va a gobernar más democráticamente de lo que sus críticos dicen, asegura el historiador y periodista inglés radicado en México, Andrew Paxman.

En entrevista con EL UNIVERSAL, a propósito de su trabajo como coordinador del libro Los Gobernadores. Caciques del pasado y del presente, de editorial Grijalbo, el investigador afirma que el reto al que va a enfrentarse el próximo Presidente es, sin volver al presidencialismo de antes, impulsar de manera institucional una cultura más plena de democracia a nivel estatal.

Sobre el libro, que describe la historia de corrupción en los estados del país, Paxman comenta que fue la democratización del gobierno federal la que generó la figura de “los nuevos caciques”, gobernadores de nuestros días que encontraron en la autonomía de sus estados el campo fértil para enriquecerse del erario y coaccionar tanto a la prensa como al Congreso local para hacer su voluntad.

Paxman coordinó seis investigaciones históricas y periodísticas que analizan los gobiernos de personajes como Eruviel Ávila, Rafael Moreno Valle, Javier Duarte, Miguel Ángel Osorio Chong, Ivonne Ortega Pacheco y Andrés Manuel López Obrador, como jefe de Gobierno.

¿Cómo nació esta antología?

—Cuando se me ocurrió la idea del libro pensé en un esquema que tuviera seis perfiles de gobernadores históricos escritos por académicos y seis perfiles de gobernadores modernos presentados por periodistas.

No pensamos en los mandatarios más destacados, sino en gobernadores que eran presidenciables hace 15 meses que inició el proyecto, cinco de los seis —menos Javier Duarte— habían expresado un interés para competir por la Presidencia y eso es interesante, porque es una señal de su creciente poder.

Este término, “los nuevos virreyes”, ¿de dónde viene?

—Por la autonomía de la que gozan. Creo que fue el rey de Francia, Luis XIV, quien dijo: “El Estado soy yo”, y es así como se comportan los gobernadores. Citas de mandatarios de mediados del siglo, como Maximino Ávila Camacho: “Aquí no hay más voz que la mía”, es otra tesis.

Características para controlar el Estado como hacer uso selectivo de la violencia, a veces matanzas de gente incómoda y una tendencia de meter la mano en el cofre, enriquecerse de su posición, eran tendencias admitidas por esa gente.

Este nuevo caciquismo es resultado de la democratización a nivel federal y la descentralización del poder y de los recursos hacendarios.

¿Una característica de “los nuevos virreyes” podría ser aspirar a la Presidencia?

—Sí, anteriormente la gubernatura era la cumbre del poder a la que aspiraba un político local. Ya no es el caso, los gobernadores están aspirando a ser Presidente.

Estas características del caciquismo en los gobernadores, ¿las ve reflejadas a nivel federal?

—Más en épocas pasadas. Lo que ha pasado desde Ernesto Zedillo es una corriente muy fuerte de democratización, el último cacique a nivel federal fue Carlos Salinas de Gortari. Fue el primero en reconocer la alternancia a nivel local, instaló el entonces Instituto Federal Electoral, pero tenía fuerte control del Congreso.

¿Dónde puede encontrar estos perfiles actualmente?

—Los gobernadores que retomamos del PRI, destacan porque perfilan ciertas tendencias en los gobiernos priístas, son una manera de poner la luz en ciertas tradiciones en cuanto al crimen electoral, o manejos corporativistas del poder, en cuanto a desvío de fondos, a la coacción de la prensa, no hacer caso a homicidios, aunque no sólo los priístas lo han hecho.

Ahora, no todos los perfilados en el libro son igual de caciques, incluimos a Andrés Manuel, precisamente por los alegatos que frecuentemente se hacían sobre su comportamiento autoritario, pero al armar el perfil sobre sus años como jefe de Gobierno del [entonces] D.F. su forma de gobernar era notablemente democrática, delegaba mucho e imponía poco, no trató de coaccionar a la prensa y rehusó las oportunidades de cultivar una base de poder corporativista.

¿No existiría un caciquismo con López Obrador en el poder?

—Creo que a pesar de todas las acusaciones y todas las contradicciones de él mismo en cuanto a sus declaraciones y cosas muy vagas sobre sus propuestas, los precedentes que vimos en sus cinco años de gobierno son animadores, parece que sí gobernará mucho más democráticamente de lo que sus críticos dicen.

¿Hay marcha atrás en este avance que encontró nuevos límites?

—Un nuevo reto al que seguramente se enfrentará el próximo Presidente es, sin volver al presidencialismo de antes, de manera institucional, impulsar una cultura más plena de democracia a nivel estatal.

¿Debería cambiar este pacto, a nivel de leyes, para que haya menos autonomía de los gobernadores?

—O más vigilancia, más rendición de cuentas, ojalá que sí suceda, pero estamos viviendo en tiempos muy polarizados, entre los que le van a López Obrador y los que son del PAN o del PRI, [estoy] pensando en el sexenio de Fox y la obra obstruccionista del PRI en el Congreso de la Unión. Podría pasar algo parecido.

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